Sergio González Levet / Debo confesar que no soy un aficionado de tiempo completo al futbol. Es más, no soy ni siquiera alguien que se interese en un tiempo parcial al deporte de las patadas. Vaya, en realidad no me preocupa nada lo que hacen los equipos y no le voy al América ni a las Chivas.
Cuando algún apasionado me pregunta por mis preferencias futbolísticas, por lo general lleno el trámite al decir que, como veracruzano, pues le voy al Tiburones Rojos. Bueno, llenaba, porque antes, cuando el equipo estaba en la Primera División de la Liga MX, lo que recibía como reacción era una mirada de conmiseración, de lástima, porque le iba a un equipo tan perdedor. Pero con mi jarocha respuesta salvaba el tema.
Sin embargo, aquella respuesta salvífica dejó de serlo desde que terminaron de existir los Tiburones Rojos, y si digo eso me veo inmerso en un mar de especulaciones sobre la posibilidad de que el equipo regrese a los estadios, de que ahora sí sea manejado por un profesional, de que contraten a buenos jugadores y sea un equipo competitivo.
Como el futbol es un tema que no me interesa, pues no tengo información suficiente ni las ganas para entrarle al tema. Así que ahora cuando me preguntan a qué equipo le voy, contesto que a Al-Hilal, el actual campeón de Arabia Saudita, en el que juegan el oriundo Salem Muhamed Al-Dawsari, el brasileño nacionalizado portugués Matheus Pereira y el nigeriano Odion Jude Ighalo. Con eso mato el tema, aunque sé que en cualquier momento me puedo encontrar con mi amigo de la infancia Arturo Prom Plandiura, que es la persona que más sabe de deportes en toda la faz del planeta (incluida la fiesta brava, que “técnicamente no es un deporte”), y capaz que me empieza a preguntar sobre las nuevas contrataciones de los saudís o sobre las capacidades estratégicas del actual técnico del equipo, el argentino Ramón Díaz, el Pelado.
Pero como el futbol es en estos días el tema de todos lados por la Copa Mundial de Catar, es imposible que alguien no lo traiga a colación a las primeras de cambio en cualquier plática.
Dice un profundo estudio de opinión, que llegó a darse el caso un día de la semana pasada que los mexicanos hablaron levemente más de futbol que de las declaraciones del Peje -a favor o en contra-.
Para quienes como yo son villamelones, les regalo un temita que me ha servido para salir del atolladero en las interminables charlas balompédicas en que estamos inmersos: a la primera provocación, saco como tema a Lionel Messi, el mejor jugador del mundo, y expreso con la mejor convicción posible que juega tan extraordinariamente bien porque cabe en alguna de estas tres condiciones: 1. Tiene el Síndrome de Asperger, que lo obliga a concentrarse absolutamente en el manejo del balón; 2. Es en realidad un robot, que tiene en los tobillos un imán para que la pelota se mantenga pegada a sus pies contra toda lógica de la física; 3. Es un extraterrestre.
Y por eso Argentina va a ganar el Mundial. No tiene pierde…
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