Esto bastó para que Duarte de Ochoa, desde su reclusorio, mandara un mensaje de Twitter al abogado, al que califica de “discapacitado”: «Si quieres tener tus cinco minutos de fama, métete conmigo y no seas maricón, deja de molestar a una mujer indefensa. Recuerda que esto da muchas vueltas y que los carniceros de hoy pueden llegar a ser las reses del mañana. Te conozco de toda la vida y sé la clase de basura que eres, así que ruega a Dios que no te vayas a encontrar conmigo, porque yo si te voy a poner en tu lugar».
Dalai Duarte, Dalai… Haría bien el exgobernador con sentarse en su celda en posición de flor de loto y ponerse a repetir un mantra, como lo hacía su esposa: «Sí merezco abundancia, sí merezco abundancia». Sólo que en su caso tendría que repetir un mantra diferente: «Sí merezco impunidad, sí merezco impunidad». En una de esas se le cumple. Por cierto, ¿cómo le permiten a un preso sentenciado mandar amenazas por medio de las redes sociales?