Dicen que la propuesta de disolver el Congreso de Perú se la pasó López Obrador a Pedro Castillo; no nos extrañaría nada

Pedro Castillo y Andrés Manuel López Obrador FOTO: WEB
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Armando Ortiz / En algunos medios está saliendo a la luz el activismo político que el embajador de México en Perú, Pablo Monroy, llevaba a cabo previo a la caída de Pedro Castillo. Meses antes el presidente López Obrador designó a los titulares de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) y de la Subsecretaría de Bienestar para que acudieran a Perú a explicar el funcionamiento de los programas sociales que se aplican en México. En ese entonces el presidente declaró: “Decirle a él (Pedro Castillo) que no está solo, también a nuestros hermanos peruanos, porque quienes llevan a cabo estos actos de subversión no están pensando que se afectan los pueblos. Entre más inestabilidad política hay en Perú o en cualquier país, más pobreza, más sufrimiento del pueblo”. López Obrador estaba al tanto de que sobre Pedro Castillo pendía la Espada de Damocles, pues el Congreso, en cualquier momento, podía inhabilitarlo por incapacidad moral. En redes sociales se ha soltado un análisis que no parece nada descabellado. Algunos dicen que quien le dio el consejo a Pedro Castillo de suprimir al Congreso fue el propio López Obrador. ¿Le parece extraño? López Obrador lo haría en México, si pudiera. Más ahora que los diputados de oposición no están aprobando sus caprichosas reformas. Por ello, si por López Obrador fuera, también suprimiría el Congreso de México y daría paso a un gobierno de excepción, donde él, sólo él, sería el poder. Sólo un detalle interesante. El mismo presidente López Obrador reconoció que Pedro Castillo habló por teléfono con él para decirle que se dirigía a la embajada de México en Perú; minutos antes suprimió el Congreso. Es decir, López Obrador y Pedro Castillo estaban en comunicación. Si la idea de suprimir el Congreso peruano no fue de AMLO, al menos el presidente de México supo de ello antes de que Pedro Castillo se echara la soga en el cuello.

Si Marcelo Ebrard pide piso parejo es porque no lo hay. Claudia Sheinbaum, con la venia de AMLO ha estado en campaña desde hace meses

El actual presidente de Morena, Mario Delgado, fue empleado de Marcelo Ebrard, fue el encargado de las finanzas del Distrito Federal en los tiempos en que Marcelo Ebrard era jefe de Gobierno. Por lo mismo, uno esperaría cierta deferencia de Mario Delgado para Marcelo Ebrard. Sin embargo, Mario Delgado ha permitido que Claudia Sheinbaum, desde hace meses, esté en plena campaña política, cubriendo bardas con su imagen, con su nombre. Por lo mismo, Marcelo Ebrard, en reunión con Mario Delgado le ha pedido piso parejo a unos días de que se lleve a cabo la elección interna para la contienda presidencial. En Nuevo León el canciller de México le entregó a quien fuera su empleado una carta en la que anota ciertas propuestas para la contienda que viene. En el evento de entrega de esta carta Mario Delgado dijo: “Lo más importante del proceso que estamos viviendo es garantizar que esto continúe, la cuarta transformación. Es claro que Morena cuenta con la preferencia de la mayoría de las y los mexicanos, la clave de la unidad es que los participantes tengan reglas claras, tengan piso parejo, tengan un juego limpio. Ebrard me dio una serie de propuestas y las vamos a estudiar”. Pero el problema para que haya piso parejo no es Mario Delgado, el problema es que el presidente López Obrador a cada rato inclina la balanza a favor de su “corcholata” preferida, la sumisa Claudia Sheinbaum.

Dice López Obrador, ¿sólo estamos opinando?, sobre la caída de Pedro Castillo. Pero mandó a su embajador a cabildear con congresistas

El embajador de México en Perú, Pablo Monroy Conesa, tenía una encomienda por parte del presidente López Obrador, cabildear con los diputados de izquierda en Perú para que apoyaran las medidas económicas y las posiciones políticas del entonces presidente Pedro Castillo. Por ello a Pedro Castillo se le vio en eventos políticos, algo que no le está permitido a Pablo Monroy por su calidad de diplomático. Sin embargo, a pesar de la evidencia que tienen los peruanos sobre la injerencia de México en asuntos de ese país, cuando a López Obrador le preguntan si su gobierno está interviniendo en Perú, el presidente simplemente dice: “No, no, estamos opinando, nada más, allá van a resolver ellos, pero sí es violatorio lo que se está haciendo de la democracia, porque si lo eligió el pueblo por qué lo van a quitar. Ellos tienen que resolver este asunto, pero creo que se extralimitaron”. Olvida López Obrador que hasta esas opiniones son tomadas como injerencia. Cuando México ha recibido críticas, por ejemplo, del congresista Ted Cruz, o del jefe del Comando norte estadounidense, López Obrador ha respondido furioso: “Hay que mandarles telegrama avisándoles de que México no es colonia de ningún país extranjero”. Es decir, cuando otros países opinan sobre México si es injerencia, pero cuando el habla sobre Perú u otros países de Latinoamérica, entonces sólo está dando su opinión.

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