Bernardo Gutiérrez Parra / Desde que tengo uso de razón, Veracruz ha ocupado sitios preponderantes en diferentes rubros. Cuando fui niño y adolescente era primer lugar en alfabetización, en erradicación del paludismo, en creación de empleos, en aprendizaje escolar y uno de los tres estados más seguros del país.
Por generaciones, los carnavales del puerto jarocho fueron los más hermosos, espectaculares y alegres de América, sólo superados por los de Brasil. Sus redes carreteras (a excepción de la Tuxpan-Tamiahua que casi siempre ha estado pal perro) eran para presumir. Lo mismo que sus servicios de Salud y la infraestructura de sus jardines de niños, primarias, secundarias, prepas, tecnológicos y universidades.
Éramos primer lugar nacional en exportación de cítricos, miel, caña de azúcar, plátano, café y vainilla. Autosuficientes en el consumo de carne, maíz, frijol, papa y especies que también se exportaban. Eso sin contar con que fuimos potencia petrolera.
Nuestros puertos se cocinaban aparte, no sólo por su producción pesquera sino por su belleza.
Los gobernadores robaban y se iban, pero dejaban para la posteridad hospitales, escuelas, mercados, calles, carreteras, caminos rurales, puentes, edificios públicos, museos y dinero en las arcas estatales. Es bueno señalar que desde la administración de Fidel lo que ya no queda cuando se van es dinero en las arcas, aunque han seguido robando.
Fuimos primer lugar en inversión pública y privada; también en inversión extranjera y el estado más alegre de la nación. El sistema de impartición de justicia era un ejemplo para los demás estados.
Hoy seguimos ocupando varios primeros lugares, aunque con ligeros matices.
Somos primer lugar nacional en feminicidios y segundo en secuestros lo mismo que en infectados de dengue y en violencia intrafamiliar. Tercer lugar en alcoholismo infantil y juvenil y cuarto lugar en drogadicción.
Estamos en el top ten en asaltos carreteros, asaltos a mano armada, extorsión, desempleo, desabasto de medicamentos y desaparecidos. Varias de nuestras ciudades son de las más violentas e inseguras.
Ocupamos los primeros sitios en tala inmoderada de árboles y ríos contaminados.
La Fiscalía General del Estado está entre las peor calificadas lo mismo que los jueces. Los policías estatales y municipales son tan peligrosos (o a veces más) que los delincuentes.
Tenemos a uno de los gobernadores más ineptos e incapaces de la nación y somos de los estados donde hay más funcionarios corruptos e ignorantes.
Nuestra red carretera es una de las más devastadas.
Somos de las entidades donde más periodistas han sido asesinados lo mismo que funcionarios, ex funcionarios y aspirantes a puestos de elección popular. Veracruz es donde más se acosa, hostiga, golpea y se viola a las mujeres y también donde menos se les protege.
Somos el estado con más fosas clandestinas y primer lugar nacional en muertes por VIH- Sida.
Estamos en los primeros lugares en deserción escolar y desnutrición infantil.
Y ni para qué seguirle porque hasta dan ganas de llorar, lector.
Si en otras épocas auténtica y literalmente Veracruz nos llenaba de orgullo, lo que se vive hoy nos llena de oprobio, frustración, desencanto y vergüenza.
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