Arturo Reyes Isidoro / El detalle lo platicó ante el micrófono el propio Andrés Manuel López Obrador la noche del viernes pasado en el Fuerte de San Juan de Ulúa.
“Le decía yo a Beatriz (Gutiérrez Müller, su esposa), ahora que estaban tocando, que estaban interpretando música veracruzana, que mi papá (Andrés López Ramón) nació en la cuenca del Papaloapan (en Nopaltepec, donde nació también Fidel Herrera Beltrán), mi padre, y que tocaba el arpa y la jarana, y que zapateaba y bailaba muy bien, como buen veracruzano, jarocho. Y le decía yo a Beatriz: Yo no saqué ninguno de esos atributos, y me dice: ‘Pues es que no te sueltas, nada más estás pensando en una cosa; relájate y puede ser que te salgan esas virtudes’”.
Esa noche se inauguraron las obras de la primera etapa de restauración del histórico fuerte y dentro del programa se incluyó la interpretación del son tradicional “El Camotal” a cargo del Ensamble del Son Jarocho de San Andrés Tuxtla acompañado del coro Voces del Mar del puerto de Veracruz, lo que hizo decir al primer mandatario: “la verdad, que es una felicidad el que disfruten el arte y la música veracruzana”.
Ese aparente pequeño detalle dejó traslucir que su esposa sí advierte que la fijación de su compañero en alguna cosa, en alguna idea, en algún tema, al grado de la obcecación, del capricho, no le permiten “soltarse”, relajarse, lo que lo nubla y no lo deja ver la realidad, lo que no le permite que le salgan las virtudes que sin duda tiene y que le servirían para ser un presidente de la unidad y no de la polarización. Quién mejor que la cónyuge, la mujer de alguien, para saber cómo es su pareja.
Seguramente esa noche la señora Gutiérrez Müller se dijo para sus adentros: “Ojalá y así fuera siempre, que estuviera alegre, que disfrutara de la música de sus mayores y hasta le diera por recuperar y rescatar sus tradiciones como tocar el arpa, la jarana y además zapatear, bailar muy bien, como el cuenqueño auténtico que lleva dentro”. Porque, no se crea, y aunque nunca lo va a decir, a veces lo ha de padecer también.
Y luego vino una imagen, que quién sabe por qué me hizo imaginar que estaba yo viendo a don Porfirio Díaz con su esposa Carmen Romero Rubio en sus días de esplendor disfrutando del encendido de fuegos pirotécnicos. El fotógrafo oficial captó al matrimonio presidencial de espaldas viendo desde el fuerte hacia el puerto el encendido de fuegos pirotécnicos en su honor, incluso en la foto se alcanza ver a doña Beatriz captando las imágenes con su celular.
Pero tuvo razón la señora: si su esposo se relajara, se “soltara”, nuestro país sería otro. ¿Y si la verdadera vocación de AMLO, ¡ay!, era la de ser arpero, jaranero, bailador de son, decimero, repentista, versador?
¿Yo como veracruzano no he votado por ella?
Ese viernes, Andrés Manuel, ya en el tema político, también sacó a colación su origen veracruzano.
En su conferencia de prensa mañanera, cuando le preguntaron sobre Rocío Nahle, que ya olía a candidata y hasta casi gobernadora en 2024, su primera reacción fue: “No, no. No hablo porque soy veracruzano, ya lo saben ustedes, porque la Constitución de Veracruz establece que los hijos de veracruzanos son veracruzanos; creo que es el artículo 11 de la Constitución de Veracruz. Y mi padre era veracruzano…”.
Esa mención no se tomó sin jiribilla en los mentideros políticos, en los cafés del puerto, porque remarcó su origen veracruzano, mientras que Rocío Nahle es zacatecana aunque el gobernador Cuitláhuac García Jiménez la quiso revestir de veracruzanidad y hasta reformó la Constitución local para ello. En efecto, el ordenamiento legal decía que son veracruzanos los nacidos en el estado o fuera de él pero hijos de padres veracruzanos, y ahora se dice también que son veracruzanos quienes no lo sean de nacimiento pero que tengan un hijo nacido en territorio estatal, como en el caso de la candidata del palacio de gobierno.
Por eso, la mención de su origen por parte del presidente fue como mencionar la soga en la casa del ahorcado, y su deslinde de la zacatecana como su candidata bien puede tomarse como un equivalente de aquel hecho histórico ocurrido en 1974 cuando don Jesús Reyes Heroles, originario de Tuxpan, siendo dirigente nacional del PRI, se deslindó y echó abajo la candidatura de Manuel Carbonell de la Hoz, quien había sido destapado con el consentimiento del presidente Luis Echeverría; la echó abajo con una frase que pasó a la historia: “Yo como veracruzano no he votado por él”. Ahora bien pudo haber dicho AMLO: “Yo como veracruzano no he votado por ella”.
(En aquel entonces, esas ocho columnas de Excelsior se atribuyeron a una entrevista que, según, le había hecho en el restaurante Ambassadeurs el reportero y columnista, Ángel Trinidad Ferreira, con orígenes en Alvarado, a quien don Jesús calificó un día como un verdadero politólogo. “Trini”, como le decíamos sus amigos, y Francisco “Pancho” Cárdenas Cruz, veracruzano también originario de Coatzacoalcos (gracias a Dios todavía vive, y publica), eran entonces los columnistas políticos por excelencia en México; escribían la columna “Frentes Políticos”.
Pero muchos años después, Ángel Trinidad me platicó que en realidad no hubo tal entrevista sino que don Jesús le pidió que fuera a verlo a su oficina del CEN del PRI y que ahí le dictó el demoledor encabezado y la nota –trabajamos juntos en el gobierno de Miguel Alemán Velasco, él como representante de prensa del Gobierno del Estado en la Ciudad de México, yo en la Dirección de Prensa en Xalapa; su versión la corrobora Federico Reyes Heroles, hijo de don Jesús, en su libro Orfandad. El padre y el político–. Y le tiró su candidato a Echeverría. De ese tamaño era su autoridad moral.)
Volviendo a AMLO, en mi caso me quedó curiosidad por ver si después de lo que dijo, “yo no me voy a meter”, el gobierno cuitlahuista le sigue organizando “conferencias magistrales” (actos con miles de acarreados) a la zacatecana.
¿Le falta carisma a Cuitláhuac?
El presidente había estado tres días antes en Coatzacoalcos, para supervisar el Plan de Salud IMSS-Bienestar en el estado. Dijo que le daba mucho gusto estar “en el antiguo Puerto México”, que “es estar en mi tierra, es estar en mi agua” (me sonó al poeta tabasqueño Carlos Pellicer), y expresó entonces que “Cuitláhuac es nuestro hermano”, pero como que dio a entender que le falta carisma.
“… este señor puede ser que no esté así. Ya ven cómo son los publicistas, ¿no?: ‘Oye le falta carisma, enseña la mazorca’, pero lo más importante de todo, es un hombre honesto y eso era lo que necesitaba mi estado de Veracruz”. ¿Lo dijo porque se le ocurrió, le salió espontáneo, o porque es lo que le dicen de Cuitláhuac sus consejeros, sus asesores, sus colaboradores, Adán Augusto? Pero si en adelante vemos que el gobernador “enseña la mazorca” con el menor pretexto, ya sabremos por qué, aunque también que será una sonrisa fingida (ha de estar practicando en el espejo la que mejor le salga).
En esa visita me llamó la atención que López Obrador se refirió a los pendientes que tiene y al poco tiempo que le queda en el gobierno. “Ya me falta, qué son, veintidós meses para terminar, me faltan veintidós meses y ya ustedes se pueden imaginar cómo estoy”. Se nota que, viejo zorro de la política, priista de origen, él si está muy consciente de que ya está en el tobogán de caída, mientras que los del palacio de gobierno de Xalapa siguen en su borrachera del poder, porque piensan que no se les va a acabar.
Y Miguel Ángel llegó a sus primeros 70
El exgobernador Miguel Ángel Yunes Linares llegó a sus primeros 70 años de edad y los celebró ayer “haciendo deporte en el Boulevard más hermoso del mundo”. Ya en un conocido restaurante del puerto apagó la velita de ocasión ante un grupo de amigos. Querido por unos, odiado por otros, hombre de tempestades, lo cierto es que su presencia y su figura no pasan inadvertidos.
Comentarios