Arturo Reyes Isidoro / El presidente Andrés Manuel López Orador declaró ayer en su programa matutino de televisión que estaba contento, feliz y sobre todo agradecido con la gente que asistió a su marcha, con “la generosidad de nuestro pueblo”.
Qué bueno que volvió a serenarse y a tranquilizarse. No podemos darnos el lujo de perderlo, la Patria lo necesita. A ver si así ya deja de insultar a quienes no piensan como él.
Recompuso, pues, su ego, que un grupo de apátridas conservadores, neoliberales, fifís, aspiracionistas, lastimó el 13 de noviembre cuando se tomó en serio que son mexicanos libres con derecho a manifestarse y a protestar y salieron a la calle en defensa del INE.
Ayer, Antonio Reyes (Toño Reyes González, hijo mío), que entre dos títulos universitarios más también posee el de psicólogo, publicó un artículo en el portal referente.com.mx (“AMLO contra AMLO”) cuyos últimos párrafos me llamaron mucho la atención. Apuntó:
“Andrés Manuel López Obrador se consume por dentro en los que deberían ser los mejores días de su vida. Un buen asesor psicológico no le vendría nada mal, ya que ignora que una vez que la aceptación y el reconocimiento que lo nubla y que tanto espera de la gente, sin que exista el tamaño suficiente de afecto para llenarlo en alguna época, debe surgir de sí mismo, entonces emergería para ocuparse de sí mismo, de su encargo con pasión y de su armonía con la vida.
Lo mejor que le podría suceder al país es que se pusiera como prioridad a sí mismo, y así la magia sucedería, la causa de las madres de los desaparecidos sería ahora su bandera de defensa, los abusos contra las mujeres, la violencia contra los niños, la salud mental de los jóvenes, los servicios de salud para los adultos mayores, el combate real contra la delincuencia, el crecimiento de los comerciantes, y entonces su popularidad se consolidaría aún más.
En verdad todos estamos con AMLO, menos él”.
Se puede decir que así es. Yo no dudo que sus intenciones como candidato y ya como presidente al inicio de gobierno eran buenas (confieso: le creí y voté por él), pero cuando se sentó en la silla presidencial y sintió el poder del poder el ego se le disparó, en forma disparatada, y como consecuencia hoy tiene al país, entre otras cosas, gravemente polarizado.
Cree que de veras todo el pueblo de México lo quiere y lo aprueba. Está más que comprobado que se siente iluminado: desde hace mucho ya no atiende razonamientos y cree estar en posesión de la verdad absoluta. Por encima de la Constitución y de las leyes que de ella dimanan pretende, quiere imponer solo su voluntad, sus caprichos, preocupantemente muchas de sus ocurrencias.
Cuando de veras piensa y cree que el millón 200 mil personas (cifra de ellos) que fueron a su marcha y algunos a su mitin (lo fueron dejando solo mientras hablaba; seguramente estaban ya fastidiados) lo hicieron en forma espontánea y no se cansa de repetir que no fueron acarreados, no obstante todos los testimonios gráficos (el diario Reforma contabilizó mil 787 camiones), lo confirma: se niega a ver la realidad, a aceptarla. Si así es feliz, bien por él, pero mal por México.
El Gobernador y el titular de la Sedecop dieron cifras
¿Y cuánto le salió el chiste a Veracruz, al erario, a los ayuntamientos, a los que aparte de acarreados tuvieron que pagar por ir, a quienes supuestamente pusieron de su bolsa para contratar los autobuses? Un cálculo que hice me dio la cifra de 10 millones y medio de pesos.
¿En qué me baso? En cifras que manejó el mismo gobernador Cuitláhuac García Jiménez y el secretario de Desarrollo Económico y Portuario (Sedecop) Enrique Nachón Aguirre.
El mismo domingo 27 de noviembre, el gobernante dio a conocer en la Ciudad de México que más de 21 mil veracruzanos iban a “acompañar” al presidente. “Venimos encabezando un contingente de más de 21 mil personas de Veracruz, se organizaron y nos quedamos de ver acá” (Agencia de Noticias RTV).
Una indiscreción no intencionada de “La Cocina de Doña Clarita”, a la que la Sedecop le contrató boxlunch, lo que aprovechó para promoverse haciéndolo público (luego eliminó la publicación, pero quedaron las capturas de pantalla) y dando a conocer fotografías de sus paquetes, obligó al secretario Nachón Aguirre a confesar que sí, que en las dependencias habían obligado al personal a hacer una “cooperacha” (AVC Noticias, nota de Isabel Ortega).
Nachón dio entonces cifras: contrataron un autobús al precio de 20 mil pesos, que pagaron, según él, entre las 46 personas que fueron de su dependencia, para quienes se compraron los boxlunch al precio de 65 pesos cada uno (un pambazo, un boing y un plátano –el PRI les daba a sus acarreados dos pambazos o tres, un boing, un plátano y dos naranjas–).
Si 46 personas cabían en un autobús y fueron más de 21 mil, entonces por lo menos se contrataron 456 autobuses, y si por cada uno se pagaron 20 mil pesos, la cifra ronda, entre alimentos y camiones, en números redondos, en 10 millones y medio de pesos, aunque podría haber sido más pues fueron más de 21 mil, de acuerdo al gobernador.
Ayer Cuitláhuac, ante las revelaciones, aceptó también que sí hubo coperacha para el traslado. Dijo que cooperaron diputados, secretarios, subsecretarios, “todos” y que no tenía el dato del costo-gasto, “lo que sí es seguro es que hubo cero pesos del presupuesto”, y molesto por la pregunta que le hizo una reportera salió con una evasiva: “¿Por qué esa pregunta no se la hicieron a Lorenzo Córdova, a Fox?”.
Dejar contento, pues, a AMLO, a Veracruz le costó un poco más de 10 millones de pesos. ¿A poco el ego del amado líder no se lo merecía, no valía la pena?
Les demostraron que se podía apoyar sin mayor gasto
Algo en lo que no se ha reparado es que, a diferencia de la marcha de Estado del domingo, en la que toda la concentración fue en la Ciudad de México, en cambio la del día 13 a favor del INE fue no solo en la capital del país sino en por lo menos 50 ciudades de la república, incluyendo Xalapa, y en varias del extranjero.
Esta vez la única salvedad en todo el país fue el puerto de Veracruz, donde tanto la diputada federal Rosa María Hernández Espejo como el director general (antes delegado) de la Secretaría de Infraestructura, Comunicaciones y Trasportes (SICT), Ramón Álvarez Fontán, ambos de Morena, convocaron y encabezaron una marcha-mitin de apoyo, que obtuvo muy buena respuesta de cientos de jarochos.
Mostraron ingenio, experiencia y congruencia, pues demostraron (y le demostraron al cuitlahuismo) que se podía participar desde la provincia sin hacer ningún gasto oneroso, y se vieron congruentes pues no es posible que se hable de austeridad republicana y de pobreza franciscana y en cambio se despilfarren millonadas en acarreos humanos para satisfacer un ego.
También dejaron constancia de su poder de convocatoria, pues a diferencia de la ciudad de Xalapa, donde se podían contar con los dedos de las manos los simpatizantes que se congregaron en la Plaza Lerdo para transmitir con bocinas el mensaje presidencial, a ellos los acompañó una buena multitud.
Lo que se reflejó en ellos y con ellos es que tienen trabajo de campo, con la base, y que no necesitan andar de lambiscones y tomándose fotos en la Ciudad de México para lucirse en las redes sociales, para llenar su pequeño ego.
Manuel responde: no voy a renunciar
A propósito del comentario que hice ayer sobre su persona, el delegado federal de Bienestar en el estado, Manuel Huerta, dijo anoche en su programa de los lunes “Sin duda… con Manuel”, que transmite a través de las redes sociales, que no va a renunciar.
Comentó que leyó la columna de un periodista que dijo que iba a renunciar “y para responder, porque me preguntan, les digo que no les voy a dar gusto a los que quieren que me vaya, el nombramiento me lo dio el presidente y voy a seguir sirviendo al pueblo, porque esa es la encomienda, estar con el pueblo”.
Expresó que se requieren verdaderos servidores públicos, gente que sienta la política; “en esencia, es un oficio profundamente humano y de la más alta jerarquía espiritual”.
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