Si bien, para sentir la calidez que emite una caricia o un abrazo no es necesario ser un bebé, está comprobado que los menores crecen con mayor estabilidad emocional si en lugar de gritos las cosas se resuelven con cariño. Algunos doctores señalan que incluso si el menor está pasando por una crisis de coraje, estrés o incomodidad lo más recomendable es entender que es lo que pasa y después darle un abrazo.
Otra de las formas en donde se pueden utilizar las caricias y los abrazos es al momento de corregir al niño, pues no importa que tan mal se portaron, el bebé debe sentirse querido. Por supuesto sin caer en la mala decisión de solapar una mala conducta.