La reforma electoral que enviara el presidente López Obrador en el mes de abril, desde su embrión ya venía sin vida. Ni con artilugios, bravatas y amenazas se logró que ésta pudiera recobrar la vida. Prueba de ello es que apenas en el inicio del proceso de dictaminación de la reforma electoral constitucional, la oposición y Morena han coincidido que no hay acuerdos para sacarla adelante. Para un presidente omnímodo como el tabasqueño, es una derrota y un trago muy difícil de digerir.
Su pretencioso intento de suplir al INE con el Instituto Electoral de Elecciones y Consultas (INEC), se ha estrellado estrepitosamente con un bloque opositor muy difícil de sortear. El mismo Leonel Godoy Rangel, vicecoordinador de la bancada de Morena, admitió que no existe una ruta en puerta para construir un consenso con la oposición.
Por cierto, el líder del PRI, Alejandro Moreno Cárdenas, presidente de la Comisión de Gobernación en la Cámara de Diputados, ha señalado que su bancada votará en contra de este dictamen que atenta contra el INE que la ciudadanía ha reclamado defender y, en ese tenor, también están los representantes del PAN, PRD, y Movimiento Ciudadano.
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