Jorge Flores Martínez / Marchar para apoyar un presidente podría parecer una idea de un mal entendido patriotismo, o posiblemente justificada por algún nacionalismo trasnochado, de otra forma, no encuentro la razón que ciudadanos libres marchen para apoyar un presidente.
¿Apoyar a un presidente que nunca apoyó ni mostró la menor empatía por los miles de niños y niñas con cáncer que dejó morir sin sus medicamentos? ¿Marchar en apoyo de un presidente que olvidó por completo la lucha de las mujeres por un México más seguro? En serio están convocando que marchemos para apoyar un presidente que decidió que construir una refinería era mejor idea que invertir dinero en la salud de millones y millones de mexicanos. ¿De verdad?
Yo no pienso marchar ni por este presidente ni por ningún otro. Es más, considero que los que salgan ese día a marchar lo harán por dos causas, o los obligan para no perder su trabajo, o simplemente esta transformación ha sido el mejor negocio de su vida.
Posiblemente haya unos cuantos que estén dispuestos a pagar unos dos mil pesos para hacer el viaje desde Xalapa a la Ciudad de México, salir la noche anterior en autobús, acercarse al Ángel de la Independencia, esperar por horas que se concentren los contingentes, marchar al Zócalo y de ahí esperar las palabras del presidente, para ya varias horas más tarde emprender el regreso a Xalapa en la tarde y llegar de madrugada del otro día a su casa.
Ese esfuerzo raya en el fanatismo, no hay forma de dedicarle tanto recurso y tiempo. No hay razón en apoyarlo, el presidente no está en riesgo, no hay una amenaza de invasión de una potencia extranjera ni el país está bajo peligro alguno que amerite salir a marchar en su apoyo.
Lo único que está en peligro es el ego del presidente, es por lo que se marcha el próximo domingo 27 de noviembre. La Marcha del ego herido.
No hay duda que obligaran a miles de empleados de los gobiernos federal, estatal y municipal a marchar, lo harán también con organismos y sindicatos, así como a organizaciones y sectores de población que se benefician de los recursos públicos. Marchan o se les acaba la beca a los jóvenes o el apoyo a los ancianos.
El ego del presidente está herido y del tamaño de la herida será el tamaño de la marcha.
El presidente se encuentra en la peor posición posible, pide marchar porque siente que requiere que lo apoyen de los que están en contra de él. Si es grande el contingente de apoyo, solo animará a los que están en contra de él a seguir rechazándolo.
Y hasta el día de hoy no hay ninguna referencia de algún personaje que le haya ganado a una sociedad que lo confronta. Ni con marchas de millones. Es una batalla perdida del presidente.
Los presidentes pueden pedir que la sociedad apoye causas, pero cuando le exige a la sociedad que lo apoyen a él, es que las cosas no están bien.
Su ego está herido y cuidado con los presidentes con egos heridos.
Son capaces de todo.
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