Una expresión muy coloquial muy usada por los mexicanos es aquella que dice «el burro hablando de orejas». Ésta hace referencia a aquellas personas, como es el caso del presidente López Obrador, que se olvidan de sus propios errores y se convierten en juez de aquellos que de alguna manera los imitan. Y es que, el presidente Obrador, seguramente por el pleito ranchero entre Sansores y Monreal, afirmó que a los electores no les agradan los pleitos durante las campañas electorales y, por ello, exhortó a los candidatos a que hagan lo posible para evitar conflictos.
«Saben que si son groseros o actúan de manera ruda se les revierte, porque el pueblo está muy consciente. A la gente le gusta mucho que haya respeto, que no haya pleito», dijo un mandatario que ha llamado fifís, arribistas y conservadores a los que no comulgan con sus ideas.
Por cierto, a los que piensan asistir a la marcha contra la reforma electoral no los baja de clasistas, racista e hipócritas. Por esa razón, decimos que el presidente López Obrador es como el burro que critica las orejas de los demás, pero no se da cuenta que las de él mismo podrían competir con las de Dumbo, el pequeño elefante volador. ¡Vaya contradicción!
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