Para el presidente López Obrador, pesa mucho la influencia del 77 por ciento de los mexicanos que se consideran católicos, según las últimas cifras del Inegi de 2020. El Ejecutivo federal, considerado “cristiano”, sabe que no le conviene un frente abierto de confrontación con los jerarcas católicos. Sin embargo, el último episodio de la confrontación entre López Obrador y los clérigos sucedió esta semana, luego de que la Conferencia del Episcopado emitió un boletín en el que ha calificado de «francamente regresiva» la iniciativa de reforma electoral impulsada por López Obrador y su partido, Morena.
La Iglesia también dijo que la reforma «constituye un agravio a la vida democrática del país» y que es un intento de “minar” al Instituto Nacional Electoral (INE) y al Tribunal Electoral federal (TEPJF). Desde luego, el presidente López Obrador replicó en su conferencia matutina del miércoles que respetaba su punto de vista, pero que no estaba de acuerdo y como es su costumbre, intento aplicar la estrategia de dividir para vencer.
El presidente se aventó la puntada de decir que el Papa Francisco es un «verdadero cristiano», a diferencia del sector de la Iglesia «que tiene vínculos con las élites del poder, que no se relaciona con el pueblo, sobre todo con los pobres». No es de extrañar esta actitud del presidente, en ocasiones anteriores dijo que muchos líderes en México están «muy apergollados por la oligarquía mexicana».
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