Arturo Reyes Isidoro / Un año y cuatro meses después de que Andrés Manuel López Obrador hizo todo un escándalo por la construcción de la Torre Centro en el puerto de Veracruz y amenazó con “rebanarla legalmente”, en lo que lo secundó el gobernador Cuitláhuac García Jiménez, la obra fue finalmente concluida y, a juicio mío, no luce mal.
Recién que estuve en el cuatro veces heroico pude observar el edificio tanto de día como de noche y no me quedó ninguna duda de que es un muy ilustrativo testimonio de que los gobernantes de la Cuarta Transformación son puro ruido y nada de nueces.
Cabe recordar que el 1 de junio de 2021, cuando vino a la conmemoración del Día de la Marina, AMLO dijo que le dio “mucho coraje” cuando estando en una embarcación “volteo a ver un edificio altísimo casi en la parte histórica, eso no se debió autorizar y ojalá se remedie y se rebane legalmente, cómo dan permiso para eso ¿Y el patrimonio histórico?”
El tema y su molestia trascendió a nivel nacional porque lo ventiló en la conferencia mañanera 13 días después y atrás de él, no podía ser de otro modo, se fue el gobernador.
El 26 de junio de ese año, Cuitláhuac dijo que si los dueños del edificio no acreditaban que la obra cumplía con todos los requisitos para continuarla (estaba entonces en obra negra) obligarían a la empresa a “recortarla” e incluso podrían ordenar su total “inhabilitación”. Después, en sus redes sociales la calificó como una “horrible torre”.
Fue pura alharaca, bla bla, como en muchos otros temas. Ninguna amenaza de suspensión o rebane se cumplió.
El tema sirvió para especular que la obra es propiedad de la familia Yunes Linares-Márquez y que por eso la querían demoler los cuatroteistas, y que finalmente dejaron el tema por la paz porque negociaron los guindas apoyos de los azules de Boca del Río.
Lo que sea o haya sido, lo único cierto es que la torre ya forma parte del paisaje en una de las áreas históricas del puerto, y que cuando López Obrador ha regresado a la ciudad hace como que no la ve, o acaso hasta la encuentre ahora bonita.
SICT entra al rescate de la carretera Coatzacoalcos-Minatitlán
En “Prosa aprisa” del pasado 19 de octubre comenté sobre el tramo Las Matas de la carretera Coatzacoalcos-Minatitlán, a punto de colapsar por el muy mal estado en que se encuentra:
“Muy ufano, desde su mañanera, López Obrador le lanzó un ‘hay te encargamos’ al estoico director de la Secretaría de Infraestructura, Comunicaciones y
Transportes (SICT) (antes delegado de la SCT), Ramón Álvarez Fontán, pero no le dijo con qué ojos te veo (estoico porque aguanta vara, acepta críticas y culpas ajenas sin chistar, trabaja, nunca se queja y hace lo que puede con un reducidísimo presupuesto).
Ya veremos si en el Presupuesto de Egresos de la Federación para el Ejercicio Fiscal 2023 destinan y programan alguna partida para reconstruir la carretera. Si no, todo habrá quedado solo en una buena intención, a las que ya nos tiene acostumbrados este gobierno”.
El viernes pasado vino a supervisar las condiciones de la carretera el director general de Carreteras de la SICT, Jesús Felipe Verdugo López, quien estuvo acompañado por Álvarez Fontán. Una cosa cierta es que por ganas de hacer las cosas no paran los funcionarios de la Secretaría y de la Dirección estatal, la cuestión es que no tienen presupuesto para arreglar el problema.
“Durante la supervisión de esta vialidad y una vez hecho el diagnóstico respectivo, los ingenieros de la SICT determinaron presentar el proyecto para poder disponer en el 2023, de los recursos necesarios e iniciar con la ejecución de la obra, previa firma de convenio con el gobierno del estado, quien actualmente está a cargo de la conservación del tramo”, se dijo en un comunicado oficial de prensa.
Ya veremos si de verdad al presidente le interesa atender el problema en los hechos, esto es, no solo con palabras sino con dinero, que como dice un refrán popular, obras son amores, que no buenas razones. Llamó la atención que al recorrido de supervisión no asistió el secretario de Infraestructura y Obras Públicas del gobierno del estado, Elio Hernández Gutiérrez.
La duda cabe porque desde que era candidato, López Obrador ofreció y se comprometió a acabar con el gigantesco basurero en ese sitio, llamado Las Matas, que da el nombre al tramo carretero, pero ya va para entrar a su quinto año de gobierno y todo sigue igual.
Diputada dejó dirigencia de Morena; ¿qué la ahuyentó?
Cuando he platicado con morenistas que considero auténticos, me han dicho plenamente convencidos que por encima de todo está “la causa”.
No se refieren al presidente como a Andrés Manuel López Obrador o como a López Obrador, sino como a Andrés.
Lo conocen porque vienen de muchos atrás con él en su lucha y lo que les preocupa es que su movimiento persista, que no se acabe cuando se vaya el tabasqueño.
Por eso ponen por encima “la causa”, que, me dicen, está por encima del “hombre” y de todos ellos y por la que cuando es necesario hay que sacrificarse.
Con fecha 26 de agosto pasado y hasta el 25 de noviembre, la diputada local Elizabeth Cervantes Cruz pidió licencia para separarse del cargo y asumir la secretaría general del Comité Ejecutivo Estatal de Morena.
Ella fue producto del proceso de elección de consejeros y delegados para renovar la dirigencia y fue propuesta para ocupar la segunda posición en atención a la equidad de género.
Al dejar su curul rechazó que fuera una diputada “chapulina” y dijo que se iba para seguir sumando al proyecto de la 4T. “No es brincar, es seguir respaldando al movimiento, a una familia a la que pertenezco hace once años”, declaró entonces.
Pero, de pronto, ¡zas!, le valieron nada el “movimiento” y su “familia”, el “proyecto” de la 4T, y el pasado 24 de octubre se regresó a su curul sin mayor explicación.
¿Y “la causa”? ¿Y su convicción?
¿Se fue porque el presidente Esteban Ramírez Zepeta no le daba juego y no estuvo dispuesta a jugar el papel de maceta?
¿Se fue porque no estuvo dispuesta a recibir instrucciones del secretario de Gobierno, Eric Patrocinio Cisneros Burgos?
¿Se fue porque vio, comprobó, que la cosa económica está muy jodida adentro y tenía que poner de su bolsa, no le daban ni para las casetas?
¿Se fue porque se dio cuenta de que no hay estructura, el partido que creyó que había y todo está sujeto a la voluntad o al capricho del gobernador o del secretario de Gobierno vía Ramírez Zepeta?
¿Se fue porque ve venir un fracaso en 2024 y no quiso correr el riesgo de ser corresponsable?
¿Se fue porque le interesa más el dinero que “la causa” y se dio cuenta que con lo que les dan en el Congreso no solo va a cobrar un jugoso aguinaldo sino que va a terminar millonaria?
¿Se fue porque ella es del equipo de Juan Javier Gómez Cazarín, líder de su bancada en el Congreso, y le ve espolones para ser el gobernador sustituto si se va Cuitláhuac, y piensa que le puede dar otro hueso mejor?
¿Romperá el silencio en cualquier momento? ¿Dirá la verdad?
Ella no solo desdeñó “la causa”, que se supone que es el objetivo mayor de los morenistas, sino también la representación de las mujeres veracruzanas, o por lo menos morenistas, que tenía y a las que tenía que honrar haciendo un gran papel como dirigente.
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