Mussio Cárdenas Arellano / Nada mejor que uno de los suyos para encubrir a la policía criminal. Nada mejor que sea Cuauhtémoc Zúñiga, el cuasi secretario de Seguridad, el que teniendo a Alan N bajo sus órdenes, no vio, no se enteró de la desaparición forzada del “Archi”, ni de otros excesos, incluso asesinatos.
Literalmente, el capitán Zúñiga era la sombra de Hugo Gutiérrez Maldonado, el defenestrado titular de Seguridad Pública en Veracruz, y con él vivió, protagonizó, ordenó o fue omiso en actos de la tropa que violentaron la ley. Fue su cómplice y mucho más.
Era Cuauhtémoc Zúñiga, en sus días de subsecretario de Operaciones, el número dos en la SSP, moviendo a la tropa, decidiendo cuándo actuar o no actuar, cuándo reprimir manifestantes, cuándo apalear periodistas, cuándo ir tras delincuentes, cuándo inventar culpables.
Y fue mando inmediato superior de Alan N, director de Operaciones, cuando el director de la Policía Vial, Juan Alan Cuetero Meza, “El Archi”, fue levantado y cinco meses después, nada se sabe de él.
Tan cerca de la desaparición forzada estuvo el capitán Zúñiga, y resulta que nada vio. O vio y prefirió callar. O ayudó a precipitar la caída de su antecesor, Hugo Gutiérrez Maldonado, el farsante que maquilló la violencia que se vive en Veracruz.
Y hoy, ya con la dispensa del Congreso, la anuencia que dan los títeres, por ser nacido en Oaxaca de Juárez, no en Veracruz, tiene la encomienda de blindar a la policía criminal.
Sus méritos sólo los ve Cuitláhuac García, el (des)gobernador. Sus pifias, abusos, excesos, se registran en hemerotecas y redes, y los cuenta la tropa policíaca oaxaqueña en sus tiempos de comisionado de la policía estatal. Un día, hartos de su trato soez y la sospecha de desvío de recursos en un evidente peculado electoral, los subalternos declararon brazos caídos.
Y así reventó el titular de Seguridad Pública de Oaxaca, Alberto Esteva Salinas, y el capi Cuauhtémoc Zúñiga Bonilla, tuvo que volver a la Secretaría de Marina.
“Está limpio”, dice hoy Cuitláhuac como cuando los sicarios cachean a los de la banda rival.
“No tienen denuncias ni carpetas de investigación”, apunta la vedette de Macuitépetl.
Pues no. Tiene algo peor: mala fama. Y malas mañas. Y el disimulo, o el silencio, o el gusto por encubrir.
Ahí, como subsecretario de Operaciones —el número dos de Hugo Gutiérrez—, el capi Zúñiga vio actuar a Alan N o Alan Ciprián Canseco.
Y si no se percató que Alan N levantaba policías y amedrentaba a la tropa, mal.
Y si lo supo y no actuó, peor.
Una sería ineptitud; la otra, complicidad.
Van casi cinco meses —149 días— y “El Archi” no aparece. Y el ex director de Operaciones de la SSP, Alan Ciprián, junto con tres subalternos, Ricardo de Jesús N, alias “Galeno” y Federico N y Jacobo N, debieron ser apresados y un juez los vinculó a proceso por desaparición forzada.
Aquel domingo 29 de mayo, El Archie fue su iglesia, al norte del puerto de Veracruz. Era mediodía. Ya nadie lo volvió a ver. Su esposa y su madre llamaron al teléfono celular sin respuesta alguna.
Hugo Gutiérrez activó un día después un código rojo, centrando la búsqueda, no en el norte sino en el sur del puerto de Veracruz. Al tercer día, en Coatzacoalcos, a 300 kilómetros, señaló que al Archi Cuetero Meza lo había levantado la delincuencia.
La mecánica de encubrimiento se echó a andar. Y cuando la Fiscalía de Veracruz halló el vehículo del director de la Policía Vial y uno de los teléfonos que usaba, en el municipio Emiliano Zapata, cerca de la Academia de Policía donde suele practicarse la tortura, aquello se salió de control.
Luego darían con el segundo teléfono, en Veracruz, cerca de Colinas de Santa Fe, donde se halla la mayor fosa clandestina, con decenas de miles de restos humanos, la mayoría sin haberse identificado aún.
Y fue entonces, el 17 de agosto, casi tres meses después de la desaparición forzada del “Archi”, que Alan Ciprián dejó la Dirección de Operaciones y fue enviado a la Academia Regional de Seguridad Pública del Sureste.
¿Quién decidió alejarlo del epicentro del sismo: Hugo Gutiérrez o Cuauhtémoc Zúñiga? ¿O fueron los dos?
¿Y quién determinó que debía ir a prisión: Cuitláhuac o Andrés Manuel López Obrador?
El 13 de octubre, cayó Alan Ciprián. Un día más tarde, Ricardo de Jesús N, alias Galeno, y los policías Federico N y Jacobo N. Ricardo de Jesús era el delegado de la SSP en el municipio de Boca del Río, conurbado a Veracruz.
Entre el hoy cuasi secretario de Seguridad Pública de Veracruz, Cuauhtémoc Zúñiga, y Alan Ciprián, hay linea directa. Aquel era su jefe inmediato. Era imposible que no supiera en qué pasos andaba.
Otro elemento policíaco, Cosme N, adscrito a Fuerza Civil, sacudió a Veracruz cuando difundió en la red social Facebook, en vivo, que era acosado con fines de desaparición por integrantes de la Secretaría de Seguridad Pública.
La grabación se viralizó a las 15 horas del 18 de octubre. En ella, Cosme relataba:
“Estoy responsabilizando a los compañeros Estatales al mando del comandante Tigre. Son ellos los que me querían desaparecer, los que me querían hacer desaparición forzada como han hecho en otras ocasiones, desaparecer compañeros. Ahora mi muerte no va quedar impune”.
Luego agregó:
“Estoy transmitiendo en vivo en mi face porque todo se me está negando. Se me negó Fiscalía, se me negó la Unidad Integral, se me negó la de Secuestro y yo también requiero por parte de la Comisión de Derechos Humanos su intervención porque ya se están violentando mis derechos”.
La frase que sacudió a muchos fue “me querían hacer desaparición forzada como han hecho en otras ocasiones, desaparecer compañeros”.
Y de nuevo el señalamiento a los estatales, como los tiempos de Javier Duarte, que resultó en una denuncia por la desaparición forzada de una veintena de policías y civiles, de la que aún no se libra el ex gobernador de Veracruz, por la que fueron acusados el ex secretario de Seguridad Pública, Arturo Bermúdez Zurita; el ex fiscal Luis Ángel Bravo Contreras, y dos decenas de subalternos.
Cosme es miembro de la Fuerza Civil. Su titular fue, hasta la caída de Hugo Gutiérrez Maldonado, Rafael Ángel González Uscanga, capitán de navío de la Secretaría de Marina, de pésimo historial cuando justificaba el salario en Coatzacoalcos.
Lo mismo sabe de rifles que de lanzagranadas, de paracaidismo que de buceo, de inteligencia militar que de protección a funcionarios. Pero en la práctica, pasó por la Policía Intermunicipal de Coatzacoalcos que al final fue extinguida.
Hoy, Rafael Ángel González Uscanga deja la Fuerza Civil y pasa a ser director de Operaciones de la SSP, el cargo en que se encumbró el encarcelado Alan Ciprián.
Hay otros crímenes pendientes, dos de ellos perpetrados a sendos ciudadanos que fueron aprehendidos y confinados en el Cuartel de San José, en Xalapa, y horas después los asesinaron.
De Cuauhtémoc Zúñiga dice el gobernador, “está limpio”.
Del secretario de Seguridad, Hugo Gutiérrez, que no hay investigación por delito alguno. “Hablan sus resultados”, “cumplió la tarea”, dice.
Intacta, pues, la policía criminal del gobernador ha renovado su licencia para delinquir.
Archivo muerto
Sometidos y arrugados, Marlon y Anilú y Arianna Ángeles le dan el sí a la militarización. Votan a favor de la modificación constitucional que permite la extensión de la Guardia Nacional en tareas de seguridad hasta 2028. El argumento de Marlon Ramírez, líder del PRI en Veracruz, es para morirse de risa: su voto es porque la política de “abrazos, no balazos” fracasó. Y entonces, porque fracasó, avala que las Fuerzas Armadas permanezcan en las calles cuatro años más. Anilú Ingram y Arianna Ángeles, también diputadas priistas, lo secundaron. Se prestaron a la jugarreta en la sesión del Congreso de Veracruz que dio luz verde a la reforma constitucional. Digan cuanto digan, es militarización. Y son los peones de Andrés Manuel, la broza priista, lo más nefasto del PRI; Alejandro Moreno, su líder nacional; diputados federales, salvo Pepe Yunes y Ellen Sue Bernal Bolnik, y senadores a modo, y en Veracruz, a trinca infernal, los diputados fidelistas y duartistas, Marlon Ramírez Marín y Alinú Ingram Vallines, y la secretaria general del tricolor, Arianna Ángeles Aguirre, quienes consumaron la violación a la Constitución. Son el rostro pérfido del PRI, los lacayos de Morena, el partido que no merece ni medio voto partido por la mitad… El guión no va a variar: a Rogelio Franco le tenían reservado un nuevo delito, y se lo imputaron. Tras obtener un amparo, a punto de lograr su libertad, la Fiscalía de Veracruz le inventó otro cargo, esta vez peculado. Y así va la inquina de Cuitláhuac García Jiménez. Así la ira que mueve a los que son como él: lo pasional por encima de lo racional. Si no internacionaliza su caso, si no evidencia la persecución política, si no mueve a los organismos defensores de derechos humanos, el ex secretario de gobierno del yunismo seguirá en la cárcel. Por Franco no hablará Ricardo Monreal. No será como en el caso de José Manuel del Río Virgen, Monreal vapuleando a Cuitláhuac García y a la basura llamada Poder Judicial de Veracruz; exhibiendo el abuso, la justicia maniquea, una Fiscalía que despide hedor y jueces de consigna, podridos hasta el tuétano y sin moral. Rogelio Franco alcanzará su libertad sólo cuando las ONGs internacionales —Human Rights Watch, Amnistía Internacional, ONU-DH, Instituto Interamericano de Derechos Humanos, Federación Iberomericana del Ombudsman, Organización de los Estados Americanos, Derechos Humanos en América Latina y Centro de Derechos Humanos de Nuremberg, entre otros— categoricen a Cuitláhuac García como un gobernador represor, abusivo, insano, siniestro y miserable, lo que es. Mientras eso no ocurra, verá acumularse los cargos para retenerlo en prisión, así sea violando la ley, el deporte favorito del putrefacto gobernador… Gerardo Alberto Ibarra Pong remedia con tretas el basurero ilegal de Villa Allende y se embolsa casi 7 millones de pesos. Su contrato con el ayuntamiento de Coatzacoalcos es el FEFMPHM 2022-001/22 y la obra fue registrada con el número 20223000390406. Los insiders de Contraloría sostienen que los trabajos ejecutados por Ibarra Pong son deficientes, que no se ajustó a los 60 días naturales para concluir la obra, contados a partir del 2 de agosto y debió concluir el 2 de octubre. Entre el director de Obras, Onésimo Mendoza Flores, y los hermanos Jorge y Juan Nelson Mortera, así como el todólogo —aunque en realidad se trata de un nadólogo, pues no sirve para nada—, Eliezer Sánchez Carrillo, le maquillan las estimaciones. La remediación no cumple con los estándares de calidad. Pero a Ibarra Pong le vale. Es un privilegiado. Lo protege el titular de Obras Públicas, Arturo Delgadillo Medina, un viejo duartista ligado al ex convicto, Francisco Valencia, ex director de Aguas del Estado y ex titular de Infraestructura y Obras Públicas en el gobierno de Veracruz, bajo la enagua del ladronazo Javier Duarte de Ochoa. Ibarra Pong ya se embolsó 6 millones 735 mil 6 pesos en dos meses. Y va por otro contrato, vía una compañía fachada. Pero esa es historia aparte… Las penurias de Karla Yahana tienen nombre: Vasconcelos, el de su ex, José Antonio Vasconcelos Ramos, y el del tío, Carlos Manuel Vasconcelos Guevara, con el que Pepe Toño trafica influencias en los juzgados. Karla Yahanna Valdivieso Smith le imputa haber roto la relación; haber retenido consigo a los tres hijos luego de una convivencia con los menores, aunque luego ella los recuperó, vía amparo; denunciarla ante la Fiscalía de Veracruz, inventándole violencia física y maltrato familiar, y valerse de tretas con el juez octavo de lo Familiar, Luis Octavio Ruiz Guerrero, para reclamar la custodia de los menores de lo cual le derivó en una orden de aprehensión. Del juez Ruiz Guerrero son sabidas su ignorancia del derecho y su proclividad a favorecer al verdugo y no a la víctima. De los Vasconcelos es conocida su misoginia. El juez concedió un depósito judicial y guarda y la custodia a favor del padre, pero Karla Yahanna tiene un amparo que ha impedido que entregue a sus hijos. Con la orden de aprehensión, José Antonio Vasconcelos intenta doblegarla y el juez se presta. Y la palanca es el nombre del tío, Carlos Vasconcelos Guevara, líder de la CTM regional y ex candidato fallido a la alcaldía de Coatzacoalcos, en 2017 y 2021. “Me ha dicho —José Antonio— que para retirarme las denuncias le tengo que entregar a los niños y eso nunca va a pasar, y si tengo que ir a la cárcel, pues iré pero mis hijos no me los va a quitar”, refiere Karla Yahanna Valdivieso. Por estas tropelías y por la extorsión de los operadores cetemistas a constructores y prestadores de servicio, medio Coatzacoalcos le negó el voto a Carlos Vasconcelos en las contiendas por la alcaldía en 2017 y 2021. El abuso es el sello de la casa. Y no respeta ni a los del seno familiar…
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