El PRI de Alito se prepara para ejercer el oficio más antiguo; venderá su apoyo para la Reforma Electoral a cambio de impunidad

Durante más de 70 años, el PRI fue omnímodo, era considerado una aplanadora en terreno electoral; sus gobernantes, como una fauna insensible y feroz, se llenaron los bolsillos con un hambre desvergonzada. Ese fue el abono y la chispa que generó el descontento entre la sociedad mexicana, por eso Andrés Manuel López Obrador les arrebató el poder con su Movimiento de Regeneración Nacional (Morena). Hoy el PRI se comporta como una desvergonzada prostituta, vende sus favores y caricias al Ejecutivo federal a cambio de impunidad y de unas cuantas monedas de plata.

No por algo el Partido Acción Nacional (PAN) se refirió esta mañana al PRI como «el partido endeble de la oposición», el cual, dijo, estará «nuevamente a prueba» ante la discusión de la Reforma Electoral que envió el presidente Andrés Manuel López Obrador desde el pasado 28 de abril. No olvidemos que Partido Revolucionario Institucional (PRI), quien mantenía una alianza con el PAN y el Partido de la Revolución Democrática (PRD), mantenía un poco de compromiso y decencia y contribuyó a detener la reforma eléctrica del presidente, una reforma que fortalecía el monopolio de la CFE.

Hoy el PRI nuevamente se pone lencería y sale a la calle a los brazos de Morena y sus aliados, intentará vender el discurso de que son demócratas, que su conducta y apoyo a Morena será por amor a los mexicanos. Sin embargo, todo mundo sabe que sólo será un acto de vergonzosa prostitución barata. Esa es la naturaleza del PRI de Alito.