Renuncia cargada de sangre, de tortura y de desaparición forzada

Hugo Gutiérrez Maldonado FOTO: WEB
- en Opinión
* Hugo dijo: al “Archie” lo levantó la delincuencia * Y fueron sus policías * Cuitláhuac, metido hasta el cuello * Nahle quiso construir una refinería y terminó haciendo una alberca * Cuando Amado dijo que la extorsión aumentaba * A la alcaldesa de Nanchital le gusta recibir metralla * Más trampas de Onésimo Mendoza en Obras Públicas

Mussio Cárdenas Arellano / Mente criminal la de Hugo Gutiérrez y sus mandos policíacos, señalados por vínculos con el crimen organizado, tortura, asesinatos y una desaparición forzada, la del “Archie”, la bomba que lo echó de la Secretaría de Seguridad Pública de Veracruz. 

Con esa mente, y la sangre fría, fue cómplice de dos mandos de alto grado — Alan N, con clave “Relámpago”, y Ricardo de Jesús N, alias “Galeno”— y dos elementos de tropa —Federico N y Jacobo N— a quienes se les imputa responsabilidad en el plagio, desaparición, posible muerte del director de la Policía Vial, Juan Alan Cuetero Meza, llamado “El Archie”. Y el gobernador lo encubrió. 

Diría el secretario de Seguridad que al “Archie” lo había levantado la delincuencia. Y así mintió y mintió y volvió a mentir, intentando disipar la última fechoría de su mafia personal, el plagio que precipitó la caída de Hugo Gutiérrez Maldonado, el capo que dirige, aún, al cártel policíaco de la Cuarta Transformación en Veracruz. 

Así hasta que el escándalo del “Archie” Cuetero Meza, y el dolor de su esposa, y la angustia de su madre, y las protestas en las calles, y el reclamo en los medios y en las redes, traspasaron las fronteras de Veracruz. Y le llegó el fuego a la 4T. E irritó al presidente López Obrador. 

Y la sentencia fue que Hugo Gutiérrez Maldonado se tenía que ir. Y se fue. 

La mañanera —o la marranera—, donde Andrés Manuel (des)gobierna a punta de ocurrencias y arranques de ira, fue el escenario donde se dictó la suerte del secretario de Seguridad de Veracruz. 

Se exhibió, casi nada, el caso “Archie”. Se mostraron dos imágenes, una de la víctima y otra de los policías aprehendidos y destacaba el tono ufano del subsecretario de Seguridad Pública y Protección Ciudadana del gobierno federal, Ricardo Mejía Berdeja, por la acción judicial. 

Ahí se vio una fotografía que resultaría premonitoria: Gutiérrez Maldonado junto a Alan N; pero sobre los ojos del secretario de Seguridad se colocó la banda negra que cumple el protocolo de proteger la identidad de los imputados, la presunción de inocencia hasta que se emita sentencia. 

Horas después, en Xalapa, Cuitláhuac García difundía la renuncia de Hugo “Pistolas”, intentando matizar el impacto del misil y exhibiéndole su respaldo hasta el final. 

En el texto, Gutiérrez Maldonado exalta “sus logros”, la perorata de la supuesta disminución de la inseguridad, los niveles en que encontró a Veracruz y la estadística actual. 

Y fue al punto: 

“Agradeciéndole a Usted toda la confianza a mi persona, y como bien usted conoce mi situación personal, debo atender cuestiones muy personales que me reclaman e impiden seguir destinado todo el tiempo que este encargo demanda, y he preferido entregarle buenas cuentas”. 

El cese entraña algo más. Avizora una tormenta sobre Cuitláhuac García y su mafia personal. Es la punta del iceberg de corruptelas y crímenes. Es la tormenta que se dibuja sobre el consentido del obradorismo, al que Andrés Manuel le ha solapado todo, comenzando por su ineptitud. 

Los mandos aprehendidos no son tropa. Alan N, con clave “Relámpago”,  había sido director operativo de la SSP, tercero en la pirámide de poder, y cuando se complicó el escenario, el 17 de agosto, Gutiérrez Maldonado lo envió a la Academia Regional de Seguridad Pública del Sureste; Jesús N, alias Galeno, era jefe de la Policía Estatal en el C5i de Boca del Río. 

Al “Archie” —Juan Alan Cuetero Meza— lo vieron salir de casa, el 29 de mayo, y ya no regresó. Presuntamente fue a la iglesia bautista, situada cerca de Plaza Las Brisas, al norte del puerto de Veracruz, pero al pasar las horas no se reportó. Su mamá, Lidia Meza, imaginaba que se hallaba con su esposa y ésta creía que aún se encontraba en el servicio religioso. 

Así transcurrieron las horas, y nada. Alertados del hecho, sus compañeros policías se dieron a la tarea de ubicarlo. No lo hallaron. 

Un día después, el 30 de mayo, se activó un Código Rojo. Hugo Gutiérrez Maldonado montó una farsa. Encabezó un operativo de búsqueda pero en el fraccionamiento Floresta, al sur de Veracruz puerto. Desplegó a elementos de Fuerza Civil y de la Policía Estatal. Al realizar las indagaciones una persona fue abatida. El paradero del “Archie” continuó siendo un misterio. 

Sin embargo, fue hallado el vehículo en el que se transportaba, un KIA Forte color rojo, modelo 2021, con placas YSL-036S-A. El hallazgo ocurrió en el municipio Emiliano Zapata, aledaño a Xalapa, a 70 kilómetros del puerto de Veracruz. 

Al día siguiente, el 31 de mayo, en Coatzacoalcos, Gutiérrez Maldonado soltó una frase categórica: al “Archie” lo levantó la delincuencia. 

“Fue interceptado —señaló— y privado de la libertad por un grupo de delincuentes que llega y lleva varias administraciones ahí trabajando en Veracruz. Nada se sabe, pero sí decirle a la delincuencia que no nos vamos a cansar, no nos vamos a cansar de perseguirlos, el que le haga daño a un ciudadano o a un policía lo vamos a perseguir hasta que se echen”. 

La Fiscalía de Veracruz, a cargo de Verónica Hernández Giadáns, integró una carpeta de investigación por la desaparición, pero no le dio acceso la madre del “Archie”. 

Por ello, el 15 de agosto Lidia Meza promovió un amparo contra la FGE por negarse “a entregarle una copia de la carpeta de investigación del caso de su hijo” (La Silla Rota, https://bit.ly/3SlJRDj). 

Su familia, sus amigos, tomaron las calles. Protestaban por la desaparición y exigían saber el destino del “Archie”. 

De pronto, otro avance. Fueron hallados los dos teléfonos celulares usados por Cuetero Meza, uno para asuntos familiares, el otro para su labor policíaca. Uno, en el municipio Emiliano Zapata, cerca de la Academia de Policía; el otro en las inmediaciones del fraccionamiento Colinas de Santa Fe, donde se halla la fosa clandestina con mayor cantidad de cuerpos desde los días en que los priistas, Fidel Herrera Beltrán y Javier Duarte de Ochoa gobernaban Veracruz. 

Todo le cuadraba a Hugo Gutiérrez Maldonado. Apostaba a que la desaparición del “Archie” cayera en el olvido o se le imputara al crimen organizado. Así hasta que el 5 de octubre el portal Latinus divulgó el hackeo que el colectivo ambientalista Guacamaya realizó a la Secretaría de la Defensa Nacional. En los correos del Ejército apareció evidencia de la vinculación del gobierno de Veracruz y su policía con el Cártel del Noreste. 

Cuitláhuac pataleó. Se indignó. Exigió ser investigado. Y metió las manos al fuego por su secretario de Seguridad. Y al final se quemó. 

No lo respaldo yo —decía—. Yo obviamente voy a respaldar a los 17 secretarios y secretarías. No… lo respalda los resultados (…) El trabajo, los datos duros”. 

Vulnerable, Hugo Gutiérrez no tuvo ya con qué frenar la acción legal contra sus mandos policíacos. 

El 13 de octubre fue aprehendido Alan N, quien junto con Cuauhtémoc Zúñiga Bonilla, ascendido a  subsecretario de Operaciones de la SSP, debían hallar al “Archie”. Obvio, no lo iban a encontrar. 

Luego vino la detención de Ricardo de Jesús N, Galeno, y de los policías Federico N y Jacobo N. 

Y tras ser balconeado en la mañanera de López Obrador, Hugo se fue. 

Dejó la SSP la noche del jueves 20. Se realizó el relevo con la ausencia de Gutiérrez Maldonado. Fue intempestiva, no programada, con rasgos de fuga. 

Su lugar lo ocupa Cuauhtémoc Zúñiga Bonilla. Y a éste lo releva como director operativo, Rafael Ángel González Uscanga, capitán de la Secretaría de Marina, que se hallaba a cargo de la Fuerza Civil. Ambos con un nefasto historial en Coatzacoalcos. 

A Hugo Gutiérrez no le alcanzó su mente criminal, ni la complicidad de Cuitláhuac, ni el alarde de logros falsos mientras la violencia devora a Veracruz. 

Hablan por él y por Cuitláhuac los informes de la Sedena, el vínculo con el Cártel del Noreste, la tortura, los crímenes en el cuartel de San José, en Xalapa, y la desaparición forzada del “Archie”. 

Y tácitamente, pende de un hilo la cabeza del gobernador. 

Archivo muerto 

Rocío Nahle quiso construir una refinería y terminó haciendo una alberca. Un temporal, dos días de pertinaz lluvia, hicieron de los patios de la refinería Olmeca un estanque monumental. Videos grabados por personal de transporte, por obreros, por trabajadores que continúan en la tarea de concluir  la malograda obra, así como fotografías y relatos vivenciales, exhibieron que la alberca le quedó de 10. Se veía a los obreros caminar entre el agua. Conductores de autobuses reportaban las condiciones y enteraban que irían por personal para evacuarlo. Y en Twitter, Facebook, Tiktok, la prensa nacional e internacional, la crítica incesante. Y Nahle desgañitándose vociferando que el charco en breve se extinguiría. Y volvía a llover y la alberca retomaba su nivel. Xóchitl Gálvez, senadora antes del PAN, hoy del PRD, fue directa: eso pasa por darle la obra de compactación del terreno a la empresa del cuate del compadre de la secretaria de Energía, Rocío Nahle. O sea, Juan Carlos Fong Cortés, el que partió plaza con la empresa Huerta Madre. Fong, el amigo y mancuerna de Arturo Quintanilla Hayek, compadre de Rocío Nahle. Fong, el que tiene la bendición de Pepe Peña, esposo de la zacatecana que aspira a destruir a Veracruz si Morena la postula candidata en 2024. Mientras, a presumir la mega alberca de Dos Bocas. Si no refina un sólo litro de gasolina, pues que sirva para las pruebas de 100 metros libres, 200 de pecho, 100 de mariposa y combinado individual… Amado tocó el punto que no le han podido rebatir: la extorsión sigue y crece. Y el discurso de Cuitláhuac García, remedo de gobernador, se fue al caño. La perorata del “estado seguro” se extinguió. El 24 de julio, Amado Cruz Malpica presionó el detonador: la extorsión es el delito número uno en percepción ciudadana en Coatzacoalcos. Textualmente, dijo: “Sigue siendo un tema que está evidentemente en la percepción ciudadana, donde la denuncia es poco frecuente por las condiciones mismas y el ilícito por las mismas condiciones psicológicas en que se provoca y desde luego está la invitación abierta a que se haga la denuncia”. Agregó más: sería faltar a la verdad no reconocer que aún existe una percepción ciudadana de inseguridad. Se cimbró el Palacio de Gobierno, en Xalapa. Uno de los suyos, el alcalde del tercer municipios más importante de Veracruz, morenista, le aguó el discurso de la falsa seguridad a Cuitláhuac. Inoculado con su dosis de rabia, el mastín de palacio, Eric Cisneros Burgos, la morenaza de Otatitlán, fue enviado a golpear refutando palabras que Amado Cruz Malpica nunca expresó. Luego llegaría la damisela de Macuiltépetl, Cuitláhuac García, a reclamar que el alcalde desdeñaba las mesas de la construcción —ja— de la paz —jaja—. Y creó el Mando Único en Coatzacoalcos, al estilo Javier Duarte, con las consecuencias que ello traerá. Dos semanas después, aquí se sigue respirando el miedo y el Mando Único anda en Babilonia… Una más de Onésimo Mendoza, trampeando con las obras municipales. Se presta el director de Obras Públicas a que el contrato asignado a la compañía FICAS Construcciones, S.A. de C.V. lo realice un entenado de la 4T, Salvador Ramírez Loera, aquel que tuvo a su cargo al construcción de la Universidad el Malestar, en Villa Allende, y que violó flagrantemente los derechos laborales de los albañiles. FICAS obtuvo fallo favorable para rehabilitar el asta bandera del malecón de Coatzacoalcos, con un monto de 2 millones 902 mil 295 pesos más IVA. Obtuvo el contrato mediante invitación restringida de tres participantes, aunque sólo acudieron dos, FICAS e Inmobiliaria y Construcciones Andrómeda. Informes internos de la Dirección de Obras Públicas revelan que FICAS fue obligada o se prestó a que la obra sea ejecutada por Ramírez Loera. Y así como esa, otras trastadas más de Onésimo Mendoza Flores, cuyo hijo Víctor Manuel Mendoza Villegas, el poder tras el trono, despacha como “analista” en la Subdirección de Presupuestos y Costos. Dicho en una frase: controlan la licitación, la asignación, la presión y los pagos. Y el director general de Obras Públicas, Arturo Delgadillo Medina, complaciente, o cómplice, o como florero de corredor… A doña Esmeralda Mora le gusta recibir metralla. Su gobierno —si así se le pudiera llamar— es el más desastroso en la historia de Nanchital. Nueve meses sirven para evaluar su ignorancia política, para medir la insensibilidad al sentir ciudadano, la altivez, la prepotencia, la evidencia de que un arreglo político con el PRI, que desdeñó la alianza con el PAN-PRD, la trepó a la alcaldía de Nanchital, y ya ahí demostró el cero a la izquierda que es. Hoy se traba en conflictos con su cabildo, en discusiones abiertas en plena Cumbre Olmeca con Elda Luz Palma, y días antes fue exhibida por periodistas en una carta que revela cómo enloda y descalifica a los comunicadores, usando páginas y cuentas en internet, el estilo chairo que distingue a la secta y que si no lo sabe Esmeralda, constituye un delito contra la libertad de expresión. No hay comunicador en Nanchital que no le atribuya la autoría de la sucia estrategia de confrontación al secretario del ayuntamiento, Antonio García, cuyas marrullerías no son nuevas. Comenzaron en Coatzacoalcos, en los tiempos de Víctor Manuel Carranza Rosaldo, del que fue su vocero y no sólo no le mejoró la imagen sino que se la destrozó. Y así se le irán acumulando satrapías a la alcaldesa de Nanchital porque en los hechos, no es ella quien gobierna sino el Rasputín de su administración, el negado de inteligencia, Antonio García… 

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Fotos: Especial, Telerreportaje, La Silla Rota 

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