Como si estuviera escogiendo frijoles, el presidente López Obrador deja a un lado los frijoles malos y los que él considera buenos, los deja en la olla. Se recordará que cuando le estalló el problema en sus manos al presidente sobre el hackeo de Guacamaya, donde se aseguraba que había estado grave de salud, el Ejecutivo federal no tuvo otra alternativa más que de aceptar que esas revelaciones eran verdad.
Hoy el presidente, muy de acuerdo a su manera de ser, asegura que los informes militares que vinculan presuntamente al secretario de Gobernación, Adán Augusto López, y a varios de sus excolaboradores en una red de huachicoleo en Tabasco, forman parte “de los inventos” que se difunden para dañar a su gobierno.
Como lo dijimos, el presidente, como si estuviera escogiendo frijoles, desautorizó los reportes hackeados por Guacamaya en los cuales se determinó que es viable la colusión en actividades criminales de funcionarios estatales y municipales con el crimen organizado. «Adán es un hombre honesto, lo conozco bien…la gente nos tiene confianza», advirtió un mandatario contradictorio que se niega aceptar que su segundo a bordo no es una blanca paloma.
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