Jorge Flores Martínez / Los militares han sido una presencia constante siempre, sin la menor duda, desde el primer gobierno civil en México, se les ha mantenido con una importante cuota de poder y el reconocimiento a su lealtad institucional los mantenía al margen de las decisiones y acciones en el país.
De alguna forma, el que el secretario de Defensa fuera un militar era una deferencia a su lealtad y patriotismo, en prácticamente todos los países democráticos esta figura recae en un civil, aún el Pentágono lo conduce un civil, en México no, era una forma de respeto y consideración.
Jamás creí que la izquierda en México fuera militarista, siempre pensé que sus obsesiones más bien se centraban en la figura del Che Guevara más que en Fidel Castro uniformado de militar. Gran error, la izquierda en México, como en todo Latinoamérica, requieren de la bota militar para imponerse, los votos y la democracia no son lo suyo y nunca lo serán.
La Cuarta Transformación nos dejará el legado militar, les permitieron entrar en todo y les dieron a manos llenas dinero y más dinero. Ahora los tenemos en los aeropuertos, aduanas, trenes, medicamentos y la guardia nacional. Construyen desde bancos, hasta caminos rurales. Nadie vigila el dinero ni hay forma institucional de pedirles cuentas claras al que tiene las armas como argumento y comprobación de gastos.
Ahora tenemos mandos militares que no están dispuestos a entregar cuentas a nadie, ellos son los salvadores de la patria y no deben nada a nadie. El poder que les ha entregado López Obrador es una amenaza latente a los civiles. Por momentos me parece que todo el dinero que tienen en obras y privilegios en esta administración solo es el soborno por su lealtad, que hasta eso pervirtieron, ya no es a la patria, ahora es lealtad a la Cuarta Transformación.
No es el pueblo uniformado, son los altos mandos sobornados, dueños del país y sin la obligación de rendir cuentas a nadie.
El problema que encuentro es que no hay forma de conjugar en la misma oración Democracia, Libertad y Militarismo. No hay forma de construir un país democrático y libre con militares con tanto poder y dinero. No hay forma porque nunca la ha habido, la ventaja de dialogar siendo los que tienen las armas es brutal.
Los civiles teníamos las leyes y las instituciones, con eso nos sentábamos a dialogar con los hombres de las armas, ahora les entregamos todo, tienen las leyes, las instituciones, el dinero y las armas.
¿De verdad creen que les interese dialogar con nosotros?
Yo no lo haría si fuera ellos.
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