La historia no se equivoca y haciendo un poco de memoria, se recordará que el 2 de julio del 2006, precisamente cuando el Tribunal Electoral dio la ventaja a Calderón por 0.56 por ciento de los comicios, el actual presidente dijo la siguiente frase «¡al diablo con sus instituciones!». Hoy, siendo presidente, esa frase sigue pesando mucho en su carrera política, sin embargo, al Ejecutivo federal eso le vale una pura y dos con sal. Al menos, aunque ya no lo dice a voz de cuello, su manera de gobernar y su desdén contra instituciones como el INE y el poder Judicial muestra que, cuando las instituciones no corresponden a su manera de actuar, comienza vociferar en contra de ellas.
Resulta que, aunque una jueza concedió un amparo que evita que la Guardia Nacional sea transferida a la Sedena, el Ejecutivo federal advirtió que el proceso de transferencia de la Guardia Nacional no se detendrá. Además, en un acto considerado de cinismo y soberbia, señaló que hay 53 amparos similares.
Tal parece que ese es el modus operandi del presidente; no olvidemos que eso mismo pasó con el AIFA, el Tren Maya, el nuevo modelo educativo de la SEP, la Ley de la Industria Eléctrica y, seguramente lo que venga que atente contra su modo de hacer las cosas.
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