Jorge Flores Martínez / No he terminado de leer el libro, pero a poco más de la mitad lo encuentro entretenido y de fácil lectura, no hay complicaciones ni mayores pretensiones literarias. No hay más, pero tampoco es un asunto menor.
Es un libro de valor testimonial y lo escribe una persona que estuvo cerca al grupo cerrado de Andrés Manuel López Obrador desde el principio. Solo describe lo que vivió siendo pareja de César Yañez en las tres campañas presidenciales, en el desmantelamiento del PRD y la creación de Morena.
Tanto en las campañas como en la creación de morena, el dinero, siempre en efectivo, fluyó constantemente. Lo hacía desde la creación de fideicomisos como el de “Honestidad Valiente” o el de apoyo a los damnificados de los sismos del 2017, donde se metía dinero que desviaban de programas de gobierno, presupuesto del metro de la Ciudad de México o de los municipios más jodidos y pobres del país.
Al momento, después de un par de días, los desmentidos se han vertido sobre las generalidades que nada desmienten o descalificando al autor por ser mujer, estar despechada, venganza con su pareja o simplemente por no presentar pruebas en el libro.
Yo lo tengo perfectamente claro, no se trata de un premio de periodismo ni nada cercano. El libro no es extraordinario ni pretende serlo, solo es el testimonio de una persona que vivió de cerca lo que es narrado.
¿No hay pruebas? Ese es el argumento más estúpido, no se trata de una carpeta de investigación de la fiscalía general de la república. Las pruebas son solo puntos que hacen sentido a lo que millones de mexicanos hemos visto en muchos años. Ver a Bejarano o a Imáz, el esposo de Sheimbaum, recogiendo dinero cual cobradores de piso, Ponce jugando miles de dólares en Las Vegas, los hermanos del presidente cobrando sobres con dinero en efectivo, Eva Cadena en Veracruz, recolectando dinero, también en sobres.
También vimos cómo se cayó un tren del metro en la Ciudad de México, obra que presenta serias deficiencias por desvíos de miles de millones de pesos durante su construcción a cargo de Marcelo Ebrard y Mario Delgado. No hay sorpresas, solo miles y miles de millones de pesos en efectivo que fueron desviados para construir un proyecto político.
Las pruebas ahí están, no hay forma de no verlas, desviaron dinero de programas de gobierno, mantenimiento del metro, salud y seguridad, lo metieron en fideicomisos tramposos para después gastarlo impunemente en campañas políticas. En otros casos lo descontaron del sueldo de burócratas y en efectivo lo dispusieron para pagar suburbans y sueldos del nuevo partido político.
Claro que hay pruebas, los moches de Delfina Gómez, los vídeos de los hermanos del presidente, las auditorias de la línea 12 del metro. Lo que no hay es evidencia.
Los ladrones, cuando son sínicos y sinvergüenzas, no les importa dejar pruebas. Eso es lo de menos, saben que el efectivo no deja rastro ni evidencia alguna.
Tenemos las pruebas para saber que son unos sinvergüenzas. Solo falta la evidencia.
Pero las pruebas ahí están, ya todos las hemos visto.
Menos los que no quieren verlas.
Esos no hay forma de hacerles ver nada.
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