No se puede contradecir al presidente López Obrador. Si Jorge Ramos llega y le muestra con sus propios números que el suyo está siendo el sexenio con más muertes violentas, el presidente le dice que es cuestión de enfoques. Si le muestran que en el país ha aumentado la pobreza, él dice que tiene otros datos. Si Citizen Lab muestra evidencias de que el Ejército ha espiado a periodistas y activistas, López Obrador, con todo el cinismo del mundo cambia el concepto; para AMLO el Ejército no espía, hace «labores de inteligencia».
Dice el presidente de México: «Ellos tienen labores de inteligencia que llevan a cabo, no de espionaje». Vaya caradura, y todavía se atreve a agregar: «Nosotros no espiamos, lo que buscan nuestros adversarios es equipararnos con los que gobernaban anteriormente y ahora se han dedicado a atacarnos a nosotros y cualquier cosa quieren que se convierta en un escándalo para perjudicarnos».
Vale mencionar que el mismo López Obrador dijo que su gobierno no compraría el software espía Pegasus, que ellos no eran como los otros. Pero de eso no dijo nada, porque esa mentira no la puede disfrazar.
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