*Le enfadó al Presidente que lo acusaran ante Unión Europa
Carlos Jesús Rodríguez Rodríguez / EN Junio de 1981, 17 campesinos indígenas de la comunidad Tlacolula, municipio de Chicontepec fueron asesinados a mansalva por elementos de la policía Estatal, mientras que a pocos de kilómetros de ese lugar, en Tuxpan se realizaba una reunión “Para hacer más humanitaria la acción de la justicia” que congregaba a los Procuradores Estatales de Todo el País, incluido el del, entonces, Distrito Federal, Agustín Alanis Fuentes, Consultor Permanente del Pleno Nacional de Procuradores Generales de Justicia. Aquellos hechos inéditos, ya que los uniformados abrieron fuego contra los indefensos campesinos cuando se encontraban manifestándose en un tianguis popular, causó indignación internacional, nacional y, por supuesto en el Estado que por esos días gobernaba Agustín Acosta Lagunes, en cuyo periodo el campo veracruzanos y algunas ciudades se tiñeron de sangre al pactar con caciques regionales y grupos de interés que actuaban a sus anchas, como Felipe Lagunes en Veracruz, Toribio Gargallo, en la zona centro; Francisco y Miguel Hernández en Tezonapa y parte de Omealca y Tomas Sánchez Reyes, por solo mencionar algunos. Por aquella matanza que abrió los escenarios a otras tantas, un mentecato jefe de prensa de Acosta Lagunes quiso defenderlo diciendo que no fueron 17 campesinos los asesinados sino 14, lo que revolvió el malestar social y surgieron mayores condenas, sobre todo contra el sandio al que le recordaron que lo mismo daba 14 que 17, y que el hecho es que se asesinaron a campesinos desarmados, y que los agresores fueron policías Estatales a los que ni siquiera se castigó como se debía. En el norte del Estado, donde estuvo a punto de estallar movimientos sociales encabezados por la Organización Independiente de Pueblos Unidos de las Huastecas (OIPUH), el Frente Democrático Oriental de México Emiliano Zapata (FEDOMEZ) (por cuyos elementos fuimos retenidos varios días en un lugar llamado Tohuaco 2, en el Estado de Hidalgo, pasando el Río Calabozo que divide a Chapotote, Veracruz de Hidalgo), ocurrieron en lo sucesivo muchas muertes, ya que un sargento desertor del Ejército, José Alejandro Hernández Dolores lideraba desde Huejutla a los campesinos despojados por caciques como Eloy Centeno, Sixto Cordero y los hermanos Cabrera Sahagún, por citar algunos.
Y LOS hechos se remontaron a la memoria del reportero a propósito de lo que dijo este miércoles el Presidente Andrés Manuel López Obrador que sin planeación, incluso, de sus mañaneras (menos de su gobierno), se refirió a los agresiones perpetradas contra comunicadores argumentando que: “sí hay periodistas asesinados en México, pero no por el Estado” cuando la propia Comisión Nacional de los Derechos Humanos, la ONU-Derechos Humanos, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y otras instancias internacionales ubican al País como el más agresor de la libertad de expresión desde instancias oficiales, incluyendo policías, alcaldes y otras autoridades en base a indagaciones que han conducido a esos actores, pero AMLO que todo lo malo lo han perpetrado otros menos él, asume que en México se protegen las garantías de los periodistas, soslayando que en sus conferencias matutinas se la pasa atacando a los medios de comunicación, acaso olvidando que el discurso tambien es agresión y si parte del titular del Ejecutivo Federal es una incitación a la violencia.
AMLO, AL estilo de los acostalagunistas, dejó en claro en su mañanera: “no vamos aquí a debatir sobre el número (de periodistas asesinados) sean diez o veinte, uno, no, eso no, nada más que no hay uno, un periodista reprimido ni mucho menos asesinado por el Estado como era antes, esa es la pequeña diferencia”, y uno se pregunta: si el Presidente tiene evidencias de que en las pasadas administraciones el Estado si mandó a asesinar a periodistas, ¿porque no actúa; porque no ordena a la Fiscalía General de la República llevar ante los tribunales a los responsables ya que se trata de delitos que se persiguen de oficio?. No hacerlo le haría cómplice de encubrimiento o impunidad, porque lo dice con tanta seguridad que, invariablemente debe tener nombres de los asesinos. Pero no, AMLO muy pronto mostró el porqué de su exabrupto: “Porque van a Europa y nuestros adversarios conservadores se dedican a decir que se asesina a los periodistas”, y es cierto, aquí se asesina a periodistas pero el Presidente dice que “aquí se garantiza la libertad de expresión y el Estado no reprime, no viola derechos humanos, eso es lo único”, enfatiza, como si la violencia verbal no fuera, en consecuencia violencia incitadora, más aun si viene del Presidente que suele comprar consciencias del pueblo bueno, vía dádivas disfrazados de programa sociales.
TAL VEZ López Obrador ignora que los agravios a los periodistas son atentados, también, contra la circulación de informaciones e ideas y, de esa manera, contra la democracia, y la sociedad no se ha hecho cargo, de manera suficiente, de las implicaciones de tales afrentas. Los acosos a periodistas, y desde luego las agresiones físicas que llegan al asesinato y la desaparición, alcanzan una enorme gravedad sobre todo porque se han vuelto frecuentes, porque cada vez se extienden a más zonas del país y porque, por lo general, quedan impunes. En ese sentido, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos ha formulado cuatro Recomendaciones Generales acerca de las agresiones a periodistas y la libertad de expresión.
MÉXICO ES uno de los países más peligrosos para ser periodista, y el 2022 ha sido el año más violento contra la prensa en México, pues de Enero a Agosto se registraron 16 comunicadores asesinados, casi dos por mes, pero en lo que va del sexenio de Andrés Manuel López Obrador, suman casi 60 periodistas asesinados además de cinco desaparecidos, y el caso más reciente corresponde a Roberto Flores, quien fue visto por última vez el pasado 20 de este mes en el municipio de Comitán de Domínguez por su esposa, aproximadamente, a las 11:30 en el barrio de La Pileta. Ahora bien, nadie está culpando a López Obrador de haber ordenado esos crímenes contra periodistas sino acaso de fomentar el odio contra la prensa con sus discursos aporreadores, y la impunidad al no avanzar las investigaciones. Y es que de acuerdo al sitio Reporteros Sin Fronteras, en México se han asesinado a más periodistas que en cualquier otro país del mundo, incluso aquellos que están actualmente en guerra, pero las agresiones no son solo asesinatos sino amenazas, criminalizaciones, acoso judicial, desapariciones y homicidios, y de eso, lo quiera o no aceptar el Presidente, si es culpable, por el odio que no disfraza contra la prensa, haciéndola responsable en gran medida de sus pretéritos fracasos en la conquista de la Presidencia. Asi de simple. OPINA [email protected]
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