Filiberto Vargas Rodríguez /
Prefacio.
¿Recuerda usted la movilización ciudadana en Emiliano Zapata? *** Esa en la que protestaban por la perforación de pozos para extraer agua por parte de una empresa que construía un complejo residencial. *** La protesta de los habitantes del municipio de Emiliano Zapata provocó que durante varias horas se interrumpiera la circulación vehicular en la carretera Xalapa-Veracruz. *** Las autoridades estatales, en lugar de buscar una solución a la demanda de los pobladores, se dedicó a buscar “la mano” que –desde su prejuiciado punto de vista- estaría moviendo los hilos de esa movilización. *** Como no son buenos para guardarse sus corajes, de inmediato encontraron a su “villano favorito”. Dijeron que los manifestantes eran manipulados por el exdirigente estatal del PRI y excandidato a la alcaldía de ese municipio, Renato Alarcón. *** El señalamiento de inmediato tuvo una respuesta –mesurada, pero firme- del propio Renato Alarcón, quien desmintió en todos sus términos la versión propalada por las autoridades estatales. *** Pues bien, los participantes en esa movilización popular salieron ya a aclarar que tras ellos no hay nadie, que no tienen vínculo alguno con partidos políticos y que la protesta surgió de manera espontánea entre los pobladores, que saben del riesgo de que se perforen, sin control, pozos para la extracción de agua. *** Por cierto, entre los líderes de ese movimiento, figura Isael Silverio, quien fuera coordinador de la campaña electoral de quien hoy funge como alcalde de Emiliano Zapata, el joven Érick Ruiz Hernández. *** ¿El enemigo en casa?
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Se equivoca, señor secretario. No calificamos como fracaso la estrategia de seguridad en Veracruz por el homicidio de una maestra en Xalapa y la herida sufrida por un niño en el mismo ataque.
Ni siquiera lo hacemos porque ese mismo día, en Hidalgotitlán, en la comunidad Sánchez Taboada, fue asesinada una niña. O porque apenas el martes, en la colonia Ferrocarrilera de Xalapa, un propietario de un taller de torno fue ultimado a balazos, o porque ese mismo día se encontraron restos humanos en bolsas que fueron arrojadas a la calle en Banderilla.
Tampoco por la balacera ocurrida este miércoles en Paso del Toro, o el tiroteo registrado hace pocos días en Orizaba.
Es por todos esos crímenes y muchos más. Es por los 98 homicidios dolosos que registra el Consejo Nacional de Seguridad pública, tan solo en el mes de agosto, es por el creciente número de personas desaparecidas, de feminicidios, por el crecimiento exponencial del delito de extorsión, por los secuestros, por los asaltos en carreteras… por la coexistencia del crimen organizado con los cuerpos policiacos de Veracruz.
Justo todo aquello que criticó en su campaña electoral Cuitláhuac García y que hoy, cuatro años después, no sólo no ha desaparecido, sino que ha ido al alza.
Reprobamos al gobernador de Veracruz y a todo el aparato de justicia de la entidad, desde la policía preventiva (a su cargo), hasta la Fiscalía y el Tribunal Superior de Justicia, instituciones que han sido rebajadas al triste papel de títeres de quienes hoy ostentan el poder y que las utilizan como instrumentos de presión político-policiaca.
La mañana de este miércoles, cuando la maestra Elizabeth Meza Rivera descendía de su vehículo en compañía de su nieto para ingresar a la escuela primaria “Adolfo Ruiz Cortines”, en la colonia aguacatal de Xalapa, un par de sicarios se acercaron y a quemarropa le dispararon causándole la muerte. El menos, impresionado por el ataque, tardó en correr y recibió un disparo en una pierna.
Tampoco es que el actual gobernador haya sorprendido a los veracruzanos. Una promesa similar hizo Miguel Ángel Yunes Linares (“en seis meses habremos abatido los altos índices de inseguridad que vive el estado”, prometió) y también falló y, como su sucesor, prefirió echarle la culpa a “los de antes” y al “amarillismo de los medios de comunicación.
El uso de sicarios en motocicleta nos remite, de manera obligada, a la época oscura de la violencia en Colombia, cuando el narcotraficante Pablo Escobar Gaviria popularizó este recurso táctico para cometer crímenes en zonas urbanas de alta carga vehicular (como era Medellín en aquel entonces).
La violencia, pues, está alcanzando en Veracruz altos grados de sofisticación, y no vemos a nuestros policías ni a nuestros fiscales intentando detenerla.
No es por el homicidio de esta maestra, sino por la omisión, la complicidad y el cinismo con el que operan nuestras corporaciones policiacas.
Un consejo con el mejor de los ánimos, señor secretario: cada que le pregunten sobre la inseguridad agache la cabeza y cierre la boca.
O, como dijera el empresario Alejandro Martí: “si no pueden, renuncien”.
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Epílogo.
A propósito del “estilo colombiano” ocupado para atacar a la profesora de primaria en Xalapa, este miércoles estuvo en el puerto de Veracruz Pablo Escobar Henao, hijo del narcotraficante colombiano Pablo Escobar Gaviria. Abordado por los medios de comunicación, Escobar Henao mandó un mensaje: “el camino fácil no es el camino del éxito”. *** Recomendó a los jóvenes no glorificar la actividad criminal de personas o de grupos delictivos, pues dijo que eso solo incita a que crezca la violencia. Recriminó a las redes sociales, por hacer de los narcotraficantes unos héroes, provocando que los jóvenes los tomen como ejemplo. *** Vacías, sin sustento, las palabras de Rogerio Olguín Gómez, inspector general de la Guardia Nacional, quien aclara que en el estado de Veracruz no hay focos rojos por la delincuencia. *** Admitió, sin embargo, que hay “situaciones particulares”, un eufemismo para no repetir la trillada frase de “casos aislados”.
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