Mussio Cárdenas Arellano / Pareciera ser Pinochet. Pero no. Es Crescencio Sandoval, general de cuatro estrellas, secretario de la Defensa Nacional, que advierte y amaga, lanzando bravatas, la amenaza agreste, el mensaje a los que suelen discrepar.
No es Pinochet pero viste como el criminal chileno, sobre el pecho los colguijes y medallas, los escudos y cordones, por méritos —o supuestos méritos— en el servicio, o por ninguna batalla pues los militares mexicanos luchan contra nada, y menos con Andrés Manuel, cuyas órdenes son no enfrentar al enemigo, bajar las armas, aguantar insultos, huir, ser vejados, denostados y callar.
Don Crescencio no es como Pinochet, salvo en el exceso de medallas, porque no se le conoce golpe de Estado, aún, ni tiene un aura de muerte, ni sangre en las manos, pero sí la lengua floja, el rollo filoso, el ojo en la mira y el dedo en el gatillo. Sólo le falta la víctima.
Al general secretario le brota lo Pinochet:
“Debemos discernir de aquellos que con comentarios tendenciosos, generados por sus intereses y ambiciones personales, antes que los intereses nacionales, pretenden apartar a las Fuerzas Armadas de la confianza y respeto que deposita la ciudadanía en las mujeres y hombres que tienen la delicada tarea de servir a su país”.
Y se avienta otra:
“La desunión de los mexicanos, generada por la diferencia de intereses nacionales” sólo allanaron el camino a “amenazas extranjeras que afectaron y pueden afectar nuestra soberanía”.
Ese día, recordando el mito de los Niños Héroes, 13 de septiembre, se vio muy Pinochet. Déjense las medallas, los cordones, las insignias. Sandoval González repetía la perorata de Andrés Manuel, el cuento de la desunión, de los intereses mezquinos, de los ambiciosos y de aquellos que no cesan en el intento de apartar al pueblo de las fuerzas armadas. O sea, fuego contra los fifís.
Y se tiró otra más:
“La mayor satisfacción del Ejército, Fuerza Aérea, Armada y Guardia Nacional, es cumplir con la misión que se le encomienda. Su actuación tiene como sustento la legalidad y el respeto a los derechos humanos. Lo hacemos sin protagonismos, con el único afán de pertenecer a la nación y al pueblo de México.
Y cerró:
“La patria requiere de una sociedad unida, en donde los sectores político, económico, social y militar que la integran, actúen sumando esfuerzos y voluntades para coadyuvar hacia el objetivo común que es México”.
El general trae empañada la mira y perdida la brújula. Centra su discurso en los críticos y los disidentes, los que tienen abiertos los ojos y fluida la mente, los que resisten y aguantan, los que ven al obradorato y a su Mesías despeñando al país, los que repudian la militarización.
¿De qué Ejército, Marina y Guardia Nacional habla el general Luis Crescencio Sandoval? ¿De los que son garantes de la patria, como instituciones, o de los mandos y tropa que incurren en violaciones a derechos humanos, agresiones a civiles, arbitrariedades y hasta crímenes que día a día se multiplican y engordan la estadística negra de las fuerzas castrenses?
Con sus medallas tipo Pinochet al pecho, el general secretario de la Defensa Nacional retoma el discurso pejista. Los que desunen son ellos. Los que formulan “comentarios tendenciosos” son ellos. Los que se mueven “por sus intereses y ambiciones personales” son ellos. Los que osan “apartar a las Fuerzas Armadas de la confianza” del pueblo, son ellos.
Es el discurso del presidente acotado, poderoso pero sin poder para responder a sus críticos, a los que opinan e interpretan el caos en que naufraga México, a los que dan voz a los damnificados del obradorato, a los que a diario le dicen a López Obrador que el país le quedó grande.
Andrés Manuel requiere de vejigas castrenses para flotar. Acumula cero resultados en casi cuatro años en el poder. Habla a diario pero su voz se asemeja a un disco de acetato rayado de tanto interpretar la misma pieza. Es un discurso trillado, infumable, predecible, de alta impotencia y de derrota ante la realidad.
López Obrador requiere del general para amagar a los críticos que no ha podido vencer desde el púlpito de las mañaneras. Si Andrés Manuel no espanta, que lo haga el general.
Se da otras dos barridas Luis Crescencio Sandoval. Una, los derechos humanos que los mandos y la tropa violentan; dos, aquello de ostentarse como el “sector militar”.
En derechos humanos, la Guardia Nacional reprueba. No sólo ha sido un cero a la izquierda en combate a la violencia de los cárteles y el crimen organizado, sino un generador de arbitrariedad, agravio a inocentes, homicidio, desaparición forzada, tortura, trato cruel, detención arbitraria y abuso de autoridad tanto a mexicanos como migrantes extranjeros.
La estadística no miente. Cuando contaba apenas con 16 meses de haber sido integrada, la Guardia Nacional ya se hallaba en el top ten de la violación a derechos humanos. De enero a septiembre de 2020 registraba 209 quejas. Era la novena dependencia con mayores expedientes abiertos, superando a la Fiscalía General de la República, con 203, y detrás de la Secretaría de la Defensa Nacional, que entonces acumulaba 237 (El Universal, 5 noviembre 2020). Ojo, esa Sedena es la que encabeza el general Luis Crescencio Sandoval.
Al concluir el año 2021, el récord crecía. Iban 332 quejas. Se acusaba a integrantes de la Guardia Nacional de homicidio, desaparición forzada, tortura, trato cruel y detención arbitraria. Las quejas fueron interpuestas ante la Comisión Nacional de Derechos Humanos, que sólo emitió 27 medidas cautelares, que son como “llamadas a misa” (El Universal Puebla, 2 enero 2022).
Otros organismos no gubernamentales como el Comité de Derechos Humanos de Nuevo Laredo (CDHNL) asegura que hasta hasta abril de 2021 la cifra negra de la Guardia Nacional era peor: 424 quejas, casi 20 violaciones a derechos humanos por mes (Expansión, 19 abril 2021).
Lisa Sánchez, directora de México Unido Contra la Delincuencia, ha advertido sobre las violaciones a la ley y la impunidad.
“Lo más grave no es solo que las cometan, sino que tienen la excepcionalidad de guardar un grado de impunidad que es incluso mayor que para las autoridades civiles, porque pueden clasificar la información, porque (sus elementos) pueden no ser sancionados ante la justicia civil, porque gozan de protección política e institucional (Expansión, 19 de abril 2021)”.
Estos sí que son los otros datos, no los que emplea el mitómano de López Obrador.
Son las voces que irritan, los medios que difunden, el dolor de las víctimas, lo que el general Luis Cresencio Sandoval ve como intento de desunión. “Comentarios tendenciosos —les dice—, generados por sus intereses y ambiciones personales, antes que los intereses nacionales, pretenden apartar a las Fuerzas Armadas de la confianza y respeto que deposita la ciudadanía en las mujeres y hombres que tienen la delicada tarea de servir a su país”.
La paranoica política sale de palacio nacional y vacaciona en la sede militar. Allá, en la cúpula de las armas conciben un país aparte, distinto. Venden la Guardia Nacional, que no es civil, como el modelo de seguridad. Y la Guardia Nacional es un fracaso.
La Guardia Nacional no ha terminado de cuajar, han admitido el mesías y su banda. Y por eso dan cuartelazo en el Congreso, usando a la basura que es el PRI, y la adscriben a la Sedena. Cuarenta y cinco meses después —casi cuatro años—, la Guardia Nacional no es pieza, no es rival para el crimen organizado. Peor: se va perfilando como el mayor violador de derechos humanos de México.
El general va más allá. Dice que en México hay cuatro sectores: político, económico, social y militar. Es una falacia. Es una mentira. No existe el sector militar. Sedena, Semar, Fuerza Aérea, Guardia Nacional son instituciones, apéndices del Ejecutivo. Sirven a la nación. No son un poder. No son un sector. Eso quisieran los militares pero no lo son.
Vestido como Pinochet, el general Luis Crescencio Sandoval González ya lanza la primeras consignas. Antes dijo que la milicia respalda la Cuarta Transformación. Ahora usa el discurso con el que la Cuarta Transformación descalifica a sus críticos.
Apenas comienza la militarización y el general ya anda amenazando.
Archivo muerto
Colmillo, colmillazo el de Porfirio Muñoz Ledo. Activa una bomba y no dice más. Acalambra a los alfiles de Andrés Manuel imputándoles el huachifinanciamiento a Morena, señalando de frente a Mario Delgado, líder nacional de Morena, y de refilón a Rocío Nahle y Cuitláhuac García. Y hasta ahí. Fuera de lo que dejó ver a Claudio Ochoa, reportero de Latinus, columnista de El Universal, el veterano político, no suelta prenda. Armó la vorágine Porfirio Muñoz Ledo con la primicia, revelada fuera de cámaras, backstage, mostrando el expediente en que se halla la evidencia del dinero sucio a Morena, el vínculo Mario Delgado-Sergio Carmona, la liga entre el presidente nacional del partido obradorista y el rey del huachicol, al que una vez que se le vio encumbrarse en política y llegar a Gobernación y palacio nacional, le dieron mate. Claudio Ochoa atizó el fuego en su columna de El Universal. Código Magenta, el portal de Ramón Alberto Garza, agregó nombres, entre ellos Alfredo Treviño, alias El Halcón, operador morenista con vínculos con el secretario de Seguridad Pública de Veracruz, Hugo Gutiérrez Maldonado. Y ya no hubo más. Porfirio Muñoz Ledo prendió la mecha y se largó. Lanzó el misil, detonó, se alzó el fuego y se apagó. Aún se esperan las pruebas, la evidencia de las manos nada santas de Rocío Nahle y Cuitláhuac García en el huachifinanciamiento. Si las hay, hasta ahí llegará el proyecto de Morena de retener el gobierno de Veracruz. Si las hay, que no se las guarde Porfirio. Si las hay… Arias Consultores es de lo más confiable en medición de percepción ciudadana. Ya se vio en la elección de 2018 en Veracruz. Dio por ganador a Cuitláhuac García Jiménez, de la coalición Morena-PT-PVEM, y le atinó. Hoy sitúa a Ricardo Ahued Bardahuil, presidente municipal de Xalapa, como el mejor alcalde del país. Lo respalda un 78.5 por ciento de la población. Así se va perfilando a Ahued a la candidatura de Morena al gobierno de Veracruz en 2024. Mientras Rocío Nahle García, secretaria de Energía del gobierno federal, se destiñe, Ahued se vuelve opción, así diga que tras su gestión como alcalde se retirará a su vida privada. No es que quiera tumbar a Nahle; es que Nahle se están cayendo a pedazos. Sólo un detalle: el más obradorista del gabinete federal, Adán Augusto López Hernández, tiene en mente al más impresentable y desarraigado de todos los aspirantes, Sergio Gutiérrez Luna, alias Gutierritos, el de los 138 votos en la elección de consejeros de Morena que le aplicaron un nocaut del que no ha logrado despertar. El dedo del presidente López Obrador apuntará hacia el obradorista que le garantice el triunfo o en el peor de los escenarios, el que menos riesgo de derrota pueda tener. Y pensar que la Ley Nahle se hizo para Nahle y el que la puede usufructuar es el hidalguense Ricardo Ahued. A menos que pese más aquello de Veracruz para los veracruzanos, y ni una ni el otro… César Soto lo tiene claro: ganar la elección y ser presidente del PAN en Coatzacoalcos fue complicado; revivir al PAN, es titánico. Habrá que despertar a una militancia que no construye estructuras, que hace política intramuros, que carece de equipos electorales, que compone al mundo desde el café, que no genera plataforma; que hace tiempo dejó de tener figuras que sacudan y atraigan al electorado. César Soto ganó la contienda interna trabando alianzas con las corrientes panistas que más pesan en Coatzacoalcos. Ahora se propone generar un movimiento con alcances fuera del PAN… Sigue la saña política contra Nicolás Ruiz Roset, hoy vinculado a proceso por homicidio doloso. Le imputan un crimen ocurrido en 2021, en la localidad Almagres, municipio de Sayula de Alemán. La víctima respondía a las iniciales C.M.S. El juez que lleva el proceso penal 214/2022 le aplicó la medida cautelar de prisión preventiva oficiosa por un año. Ruiz Roset se hallaba próximo a lograr su libertad tras ser aprehendido en 2021 por cargos de privación de la libertad y amenazas, justo cuando iniciaba la búsqueda del voto que lo llevaría a convertirse en alcalde de Minatitlán. Postulado por la coalición PAN-PRI-PRD, Nicolás Ruiz era una auténtica amenaza para el proyecto de control político de Morena, la secretaria de Energía, Rocío Nahle García, y el gobernador de Veracruz, Cuitláhuac García Jiménez. A la mala, como siempre, urdieron la aprehensión, allanándole el camino a la alcaldía de Minatitlán a Carmen Medel Palma, que ha hecho realidad, con creces, los malos augurios, el desastre que algunos avizoraron. Nicolás Ruiz habrá de acudir a la justicia federal para revertir el uso faccioso de la ley por parte de la pandilla morenista. No les bastó con el escándalo de José Manuel del Río Virgen y el de los cinco jóvenes xalapeños acusados de ultrajes a la autoridad por una venganza del secretario particular del secretario de Gobierno, Eric “Alma Negra” Cisneros. El abuso de poder se cobra en las urnas…
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