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Hay que regalarle un bolígrafo BIC al rey Carlos III. Apenas tiene unos días como rey y ya hizo dos berrinches por las plumas y los portaplumas

Berrinchudo resultó el rey Carlos III, quien quizá no estaba acostumbrado a firmar montones de documentos que le ponen en el escritorio. La primera vez hizo un gesto a uno de sus asistentes, un gesto de rabia y frustración que se hizo viral, pues muchos interpretaron que en adelante iban a tener que lidiar con los desplantes de un rey berrinchudo. En Irlanda del Norte al rey de Inglaterra le dieron otro documento a firmar y nuevamente tuvo problemas con la pluma.

Primero fue el portaplumas, después la pluma que al parecer mancho su “mano real” y eso debe ser como una tragedia para él. Enfrente de Camila, la reina consorte, Carlos se quejó de esos adminículos del siglo XIX. «¡No puedo soportar esta maldita cosa!», decía el rey mientras con su pañuelo real se limpiaba la real mano.

Por cierto, la reina consorte, que firmó el mismo documento no tuvo ningún problema con la pluma. Una de dos, o le regalan al rey un lapicero BIC para que no tenga problemas con la tinta, o le enseñan a usar las plumas estilográficas, porque al parecer sólo a él se le riega la tinta.

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