Entonces trabajaba en el Instituto Veracruzano de la Cultura (IVEC) como jefe de Ediciones. Ese día martes 11 de septiembre de 2001 decidí ir temprano al gimnasio antes de ir al trabajo. Cuando salía de la casa, encendí el televisor, Javier Alatorre relataba en el noticiero lo que parecía un accidente aéreo; un avión había impactado contra la Torre Norte del complejo World Trade Center de la ciudad de Nueva York. Eran las 07:46 horas en México, las 08:46 en Nueva York. Cuando llegué al gimnasio le pedí a uno de los entrenadores que quitara la música y pusiera los videos, pues algo había pasado en Nueva York. Ya para entonces otro avión había impactado en la Torre Sur.
Se había descartado la posibilidad de un accidente, era un atentado. Todo ese día estuvimos pegados al televisor. Pensamos que después de esas terribles imágenes no veríamos nada más asombroso. Pero no fue así. A las 10:28 hora de Nueva York se derrumbó la Torre Norte a causa de los daños provocados por el impacto. En los noticieros se repetía el momento como un eco visual implosivo, nos impactó, aunque lo cierto es que en esos momentos sólo polvo veíamos, inmensas nubes de polvo.
Por supuesto, en esos momentos sólo veíamos el suplicio que vivían esas dos moles, dos edificios que conocíamos por las películas en el cine, pero no sabíamos nada del drama que miles de personas estaban viviendo en el interior de las Torres Gemelas; esa fue la peor parte. El 11 de septiembre de 2001 fue el fin del siglo XX, a partir de ese día un nuevo orden, el de la desconfianza y terror se instaló en el mundo. Hoy, hace 21 años, empezó el siglo XXI, con su vocación mediática y visual. Después llegaron las redes sociales.
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