Carlos Jesús Rodríguez Rodríguez / TODO IBA viento en popa, hasta que el viernes 2 de este mes, el Presidente Andrés Manuel López Obrador lamentó haberse equivocado con los cuatro ministros que propuso para integrar la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), pues dijo que ya no piensan “en el proyecto de transformación” de su Gobierno. De no haberlo dicho, sin mayores trámites la corte habría reformado con los ministros que propuso y con los que ya estaban, la Prisión Preventiva Oficiosa que tanto daño causa a los que menos tienen. Dice que AMLO que dijo en su momento: ‘Voy a tener oportunidad de proponer a ministros’. Hice mis cuentas, más los que estén ahí decentes, pues puede ser que logremos tener mayoría: no para que me apoyen en abusos, sino para reformar el Poder Judicial y que realmente haya justicia en México, ¿y qué creen? Me equivoqué, porque hice propuestas”, y ya una vez que propuse, ya por el cargo o porque cambiaron de parecer, ya no están pensando en el proyecto de transformación y en hacer justicia; ya actúan más en función de los mecanismos jurídicos”. Y eso fue suficiente. Al día siguiente Juan Luis González Alcántara Carrancá, Yasmín Esquivel Mossa, Margarita Ríos Farjat y Loretta Ortiz cambiaron de opinión como por parte de magia, y los cuatro salieron a decir lo contrario a lo que realmente sentían: que no apoyaban la desaparición de la Prisión Preventiva Oficiosa, incluido el ministro, Arturo Pérez Dayán, quien -pese a caracterizarse por oponerse a varias de las iniciativas del Federativo- admitió que la Suprema Corte no es el ente adecuado para invalidar a la Carta Magna. “No me corresponde asumir una tarea que no se me otorgó. No soy quién para arrancar una hoja de la Constitución”, y con ese argumento, el Jefe del Ejecutivo del Federal volvió a insistir que aprobar el proyecto propuesto por el ministro, Luis María Aguilar irrumpe en la separación de poderes mediante la invalidación del Legislativo. De ahí que planteó: “¿Quieren que sí se quite (la PPO)? Pues que se modifique la Constitución, pero eso no lo pueden hacer ellos (la SCJN). Eso tiene que ver con el Poder Legislativo (cuya mayoría es de MoReNa). Así de sencillo”.
LO CIERTO es que los ministros de AMLO y los que no fueron propuestos por el Presidente –más allá de que no les compete hacer reformas constituciones-, le tuvieron miedo a la exposición o defenestración que de ellos iba a hacer el tabasqueño en caso de llevarle la contraria, usando para ello la Mañanera, un espacio que debería ser utilizado para otros menesteres y no para exhibir a quienes se oponen a sus caprichos, recurriendo a todas las argucias o inventando, incluso, asuntos de corrupción como lo ha hecho con infinidad de actores políticos a quienes expone ante el “pueblo bueno” y luego los denuncia ante la FGR, y si no que lo diga el líder priista Alejandro Moreno.
Y ES tal el tenor de ser exhibidos impunemente, solo porque es el Presidente, que el ministro Luis María Aguilar retiró el proyecto sobre prisión preventiva oficiosa que había propuesto. Ni siquiera hubo necesidad de seguirlo discutiendo toda vez que los ministros de AMLO, doblaron las manos tras ser defenestrados, y por ello, luego de que este día reinició en la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) la votación sobre la inaplicación de la prisión preventiva oficiosa, el ministro Luis María Aguilar Morales anunció que retira su proyecto para reconstruir la propuesta en busca de consenso. Pero dejo en claro que en el Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación hay una mayoría robusta, inclusive, unánime, de que la prisión automática es contraria a los derechos humanos.
EL MINISTRO proponente aclaró que “no se ha propuesto la invalidez del artículo 19 constitucional, de ninguna manera y no por razón”, sino únicamente activar el mecanismo de medidas cautelares diferente a la prisión automática pero, “en aras de construir una decisión que proteja los derechos de todas las personas, retiró el proyecto para reconstruir la propuesta y con ello reconstruir los puntos de conexión, así como matizar los disensos que nos separan, a fin de proponerles una nueva metodología que nos permita expulsar los efectos dañinos de la prisión preventiva automática que ocasiona en la vida de las personas y de las familias mexicanas”. Y vaya que tiene razón, ya que AMLO argumenta que de haber sido aprobada muchos ricos saldrían de prisión porque cuentan con recursos para ello, aunque no reconoce que las cárceles están repletas de pobres que no tienen para contratar abogados y, lo peor, algunos con más de diez años sin sentencia, lo que violenta sus derechos humanos y las leyes.
LO CIERTO es que las mañaneras, lejos de ser un espacio para que el Presidente Andrés Manuel López Obrador informe de sus proyectos, anuncie programas y atienda, incluso, demandas planteadas a través de periodistas, se convirtió en un ámbito para la descalificación de los enemigos políticos o adversarios, en una atalaya desde donde se lanzan amenazas, se destapan aspirantes a cargos de elección popular y hasta se les promueve, pero sobre todo en un exhibidor sin normas o reglas que sean contrapesos para el discurso de AMLO. Y eso ocurrió con los cuatro ministros que propuso de quienes dijo estar decepcionado, y estos, sabedores de que son producto de la imposición y no de exámenes de oposición rigurosos, volvieron a lamer la mano del amo, en un acto donde la autonomía e independencia de los poderes es vulnerada y queda peor que un trapeador.
EN MÉXICO, debemos reconocerlo, se vive una autocracia peligrosa rumbo al 2024, ya que si López Obrador logra impone al sucesor lo más seguro es que pretenda convertirse en un Plutarco Elías Calles tras el asesinato de Álvaro Obregón Salido o, peor aún, en un Antonio López de Santa Ana, aquel dictador mexicano que fue presidente de México en once ocasiones, aun cuando el Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México (INEHRM) sostiene que solo fueron seis veces porque en las ocasiones que fue electo como titular del cargo, solicitó múltiples licencias para abandonarlo, para luego reincorporarse con la misma constancia. Se erigió como dictador vitalicio con el tratamiento de Alteza Serenísima en 1853, pero fue derrocado dos años más tarde. A lo largo de su extensa carrera política fue considerado ambiguo por participar en partidos contrarios, ya fuera con realistas, monárquicos, republicanos, unitarios, federales, liberales o conservadores. Santa Anna fue también gobernador de Yucatán y de Veracruz, y cada vez que retornaba al poder decía que era el pueblo quien se lo demandaba. A ver qué pasa. OPINA carjesus30@hotmail.com