Héctor Yunes y su versión del 2016

Héctor Yunes Landa FOTO: WEB
- en Opinión

Bernardo Gutiérrez Parra / En 2015 Héctor Yunes Landa tenía todo para ganar la gubernatura que se disputaría un año después; era el más conocido de precandidatos, el más carismático y el más popular. Una de sus ventajas era que conocía como pocos los problemas de cada municipio y la manera de resolverlos. Y esto le ganó muchos adeptos.

Me tocó ser testigo del revuelo que causaba su sola presencia en municipios de la zona norte. Pero cuando lo nombraron candidato todo cambió. Del precandidato echado pa’ delante no quedó nada. En su lugar apareció un candidato inseguro y apocado que nunca alcanzó a despejar… y se quedó en la orilla.

Seis años esperé para preguntarle qué fue lo que pasó en el 2016 cuando perdió frente al panista Miguel Ángel Yunes. Invitado por el Grupo de los 10, Héctor dio su versión.

Dijo que a pesar de que tenía poco más del 50% de las preferencias en las encuestas, nunca fue el favorito del gobernador Javier Duarte, cuyos candidatos fueron Salvador Manzur y Alberto Silva, pero ninguno de los dos prendió.

“Javier hizo un intento por apoyar a José Yunes Zorrilla, pero Pepe fue muy serio y no se prestó a ese juego. Después hizo un intento más con Gerardo Buganza como candidato independiente, pero no le dieron los números y declinó”, indicó.

Al quedarse sin candidatos, Javier aceptó a regañadientes la decisión del PRI que se decantó por Héctor.

Yunes Landa rememoró que como precandidato fue muy agresivo y combativo porque iba por una candidatura que sabía que tenía que ganar en contra de los deseos Duarte, lo que fue un desgaste muy grande.

El punto de quiebre se dio la víspera de su toma de protesta como candidato del PRI a la gubernatura. Sabiendo lo devaluado que estaba el gobernador y el rechazo que tenía entre los veracruzanos decidió que no lo acompañara.

“No obstante que ya se le había pedido que no fuera, me habla como a las 11 de la noche y me pregunta ‘A ver Héctor dime, ¿quieres que vaya o que no vaya?, tu dime qué más te sirve’ y le dije: ‘que no vayas, por favor’. ‘Ah, no voy, no hay problema’, contestó Duarte. ¿Y qué pasó? Que en ese momento empezaron a llamar a todos los diputados federales, locales, alcaldes y les dijeron, no vayan”. Y no fueron.

La consigna lector, era que si no asistía el gobernador, tampoco asistiría nadie del PRI y tan se obedeció que a las 11:30 de la mañana estaban vacíos más de dos terceras partes del sillerío instalado en el Word Trade Center.

Héctor prosiguió su relato. “A las 12 del mediodía me habla el secretario de Gobernación (Miguel Ángel Osorio Chong) y me dice: oye, te pide el presidente que invites a Duarte. Oye, no puedo, le contesté. Tenemos detectado ya esto (la ausencia de legisladores y alcaldes) creo que es un grave error, permite que vaya”.

Para la historia quedará la foto donde Yunes Landa con el semblante descompuesto, se ve en la necesidad de “agradecer” la presencia del gobernador que de pie, le extiende el brazo.

“Y desde ahí…” dijo Héctor, y en efecto, desde ahí comenzó el naufragio.

Indicó que como candidato siguió cuestionando al gobierno de Duarte y al propio Javier, pero cada vez que lo hacía lo paraban. “Oye, bájale porque tus palabras lastiman al partido y van a confundir. Es decir, mi peor confrontación no era contra mis adversarios, era con los de casa. Entonces me tuve que defender de los de mi casa y de los de enfrente”.

Y a esto hay que agregar que cada semana lo llamaban: “Que te vayas a México a una reunión en Gobernación. Íbamos a reuniones donde llamaban a Duarte y nos sentaban como chamacos…”

Todo esto alteró su tiempo y su concentración, más aún con los enviados del gobernador pegados como lapas. Dormía pocas horas y mientras se partía el alma en la campaña, el gobernador le daba recursos a Cuitláhuac, “cantidades importantes” aseguró. Pero hubo más, operadores del gobierno federal estuvieron ayudando a otros candidatos. En fin, todo en contra.

“Pero no me quejo ni chillo, yo perdí y asumí la derrota”.

Héctor aguantó todo, lo que no aguantó fue que lo obligaran a bajarle (por órdenes de arriba) varias rayitas a su discurso porque lo dejó en la indefensión frente a sus adversarios. De ahí que se viera inseguro y apocado. De ahí el giro tan marcado de lo que fue el precandidato al candidato.

Pero no te creas lector que estuvimos charlando con un Héctor Yunes rencoroso y amargado. Para nada, fiel a su costumbre llegó puntual a la cita y nunca perdió el buen humor.

De entrada dijo que ya todo mundo sabe de sus deseos de volver a contender por la candidatura, pero atajó: “estos no son los tiempos para hablar del tema”. Lo que sí hizo fue dar a conocer una propuesta de 12 puntos para solucionar los problemas de Veracruz.

“Propongo al gobernador Cuitláhuac García la convocatoria a un grupo plural para la atención de la emergencia que ocurre en todos los ámbitos de la vida de Veracruz, un grupo que integre a todas las expresiones sociales, a las fuerzas políticas y a los actores económicos del Estado, con base en una plataforma común”.

Agregó que el documento recoge experiencias de los veracruzanos, por lo que será muy útil para un gobernante abierto a las opiniones de gente que no comulga con su forma de ver el servicio público.

Creo que en este punto el ex legislador federal habló en el desierto porque Cuitláhuac García jamás aceptará que Veracruz está en el hoyo. Y es muy difícil que lea el documento porque la lectura no se le da.

Lo que nadie pone en duda es que a pesar de que Héctor Yunes no ostenta ningún cargo público, está de vuelta en la política. De hecho nunca se ha ido.

El documento que carga bajo el brazo es un buen pretexto para mantenerse vigente porque con él hará mucho ruido, lo que lo colocará otra vez en el candelero.

Y en una de esas quién sabe lector… En política nada se sabe porque nada está escrito.

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