¿Para qué?

Andrés Manuel López Obrador FOTO: WEB
- en Opinión

Jorge Flores Martínez / Hay días que no se me ocurre que escribir, estoy harto de solo abordar temas que responden meramente a coyunturas y agendas políticas que no tienen mayor trascendencia que el interés del gobierno de mantener la atención en todo lo que realmente no es tan importante.

Hoy es uno de esos días, no quiero hablar de la militarización de la Guardia Nacional ni de la votación en la Suprema Corte de Justicia, no me interesa hablar del escandaloso sobrecosto de Dos Bocas ni de la tragedia que representa que una caterva de ignorantes esté a cargo de la educación de los niños y niñas en México.

No quiero escribir del Aeropuerto Felipe Angeles que no logra ni ser una terminal de autobuses medianamente decente, ni me interesa tocar el tema de las corcholatas y su cínico desprecio de las leyes electorales. Hoy no quiero hablar del fracaso absoluto de la estrategia de abrazos para combatir los balazos, después de todo, solo los ingenuos, por no decirles de otra manera, creyeron que algo así podría funcionar.

No pienso escribir sobre la devastación que representa el Tren Maya y del silencio cómplice de los que se llamaban ambientalistas, ni me interesa nada el engaño que son las Universidades Benito Juárez o todos los miles de millones de pesos que han robado de Segalmex.

Que importancia tiene escribir sobre las casas en Houston y los cientos de millones de dólares que le ha contratado PEMEX a la empresa donde trabaja la nuera presidencial o ver a Pío y Martín López Obrador recibiendo dinero en sobres. Dinero, por cierto, que provenía del presupuesto de Chiapas, el estado más pobre y miserable del país.

Para qué hablar de la inflación que cada día nos hace más pobres o escribir sobre las empresas carboneras que han sido contratadas por la CFE con millones de dólares y no respetan las mínimas normas laborales.

No le encuentro sentido escribir sobre la escandalosa falta de medicamentos en el sector salud o la criminal aberración de negarles su medicamento a miles de niñas o niños con cáncer. Es más, me causa repugnancia teclear “López Gatell”.

Pero realmente no son los temas los que me molestan, por el contrario, debería estar agradecido de tener todas las semanas algo de que escribir. Lo que me decepciona es la pobre ciudadanía con la que contamos. Lo que ayer les parecía insoportable, hoy lo festejan felizmente. Lo que antes les parecía aberrante, ahora sin el menor decoro lo justifican con argumentos cada día más torpes.

Es que no le informan bien al gobernador, el presidente tiene una estrategia, nada es improvisado, me dicen con la mayor seriedad.

Yo sé que ni ellos se lo creen.

Y lo peor, sé que saben que yo no les creo.

Ni les creeré nunca más.

De la incongruencia intelectual a la complicidad hay un paso.

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