Es por ello que la Agencia Antidrogas de los Estados Unidos ha dejado de confiar en el Ejército para brindar información sobre el paradero de algunos capos, digamos Caro Quintero. La aprehensión de Salvador Cienfuegos por parte de autoridades norteamericanas y su liberación por gestiones del gobierno de México también causan desconfianza. En México no se entiende el crecimiento del tráfico de drogas en nuestro país sin la colaboración de las instituciones federales y del Ejército.
Pero eso es lo de menos. En adelante, la Guardia Nacional, con soldados entre sus filas, gozarán de esa impunidad y encubrimiento de que ha gozado la institución castrense; podrán actuar a discreción, sin miedo a ser sancionados. Con el Ejército en las calles se esperan más crímenes de estado, más encubrimiento, más Ayotzinapas.