¿Para qué matar a Cristina Fernández de Kirchner si lo que se busca es que responda a los señalamientos de fraude, corrupción y enriquecimiento ilícito? ¿Cómo podría librar la vicepresidenta de Argentina estas acusaciones? Pues haciéndola víctima de un atentado. Muchos argentinos se preguntan cómo es que Andrés Sabag Montiel, teniendo enfrente a Fernández de Kirchner, con la pistola empuñada, no disparó. Unos dicen que sí disparó, pero que la pistola, que fue fabricada a principios de los setentas, falló. Pero no había bala en la recámara de la pistola.
Es más creíble que el tipo se haya apanicado y que finalmente se echara para atrás en su intención de asesinar a la vicepresidenta. Otros creen que todo fue una farsa preparada, y que los agentes de la vicepresidenta encontraron al tipo idóneo, un perdedor maloliente, fanático de los nazis, para que llevara a cabo un intento de homicidio.
Cabe señalar que los fiscales Luciani y Sergio Mola afirman que los Kirchner «instalaron y mantuvieron en el seno de la administración nacional y provincial de Santa Cruz una de las matrices de corrupción más extraordinarias que lamentablemente y tristemente se hayan desarrollado en el país». Es por ello que piden para la vicepresidenta en turno 12 años de prisión. ¿Pero ahora cómo? Si la señora pasó de acusada a víctima, y el presidente Alberto Fernández hasta proclamó un día de asueto por Cristina Fernández de Kirchner.
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