Un hecho y dos verdades

Andrés Manuel López Obrador FOTO: WEB
- en Opinión

Iván Daniel Montero García / Todos los que somos melancólicos solemos decir que los tiempos pasados eran mejores, más fáciles, menos complicados. Para los optimistas el futuro siempre será halagüeño, seductor, de oportunidades. Pero en lo que ambos lados coinciden es que hasta hace muy poquito existían ciertas verdades que nadie se atrevía a cuestionar.

Antes en la escuela te enseñaban que uno más uno era dos; que la tierra era redonda; que Colón descubrió América; y que si te portabas bien atendiendo a ciertos valores te iría felizmente en la vida.

Ahora todo el mundo se ofende de cosas que antes te partían de risa; algunos claman que demostrarán que la tierra es en realidad plana; que a América llegaron antes otras civilizaciones como los Vikingos; y a veces hasta que uno más uno no siempre es dos.

Siempre he estado a favor de cuestionar todo y a todos porque si damos cosas por sentado, si creemos en verdades absolutas, estancamos el avance del conocimiento y lo convertimos en religión, es decir en dogmas que no se pueden refutar. Sin embargo, ahora en los tiempos que vivimos cualquiera tiene razón, bienvenidos a la época de la posverdad.

En la posverdad, la verdad queda muy lejos, tan lejos que la verdad ya no existe, tan lejos que tampoco existe la mentira. Lo único que busca la posverdad es moldear hechos objetivos (¿pleonasmo u oxímoron?) en función del público a los que van dirigidos para impactar en sus emociones, creencias personales y construir opinión favorable o en contra, bienvenidos a la época de las famosísimas Fake News o Noticias Falsas.

El objetivo principal de las Noticias Falsas es alimentar los juicios de valor que cada uno de nosotros tenemos y acrecentar aún más la polarización. Por ello es que los políticos tienen sus propios datos, sus cifras, sus hechos, sus verdades, que manejan a su antojo y como les conviene, asimismo tienen sus medios de comunicación o redes sociales que apuntalan sus dichos y su distorsión de la realidad.

La polarización es el nombre que recibe cuando se tiene un hecho y dos verdades completamente enfrentadas y es lo que divide a la población a dos extremos opuestos. En México se puede ver en esa batalla entre los mexicanos “buenos” y los “malos”; los honestos y los corruptos; que poco a poco, y casi sin darnos cuenta, se transformó en una lucha entre ricos (malos, corruptos, privilegiados, fifís) y los pobres (buenos, honestos, ignorados, chairos).

Pero también está pasando en todo el mundo, por ejemplo, en España donde los dos partidos mayoritarios desde la instauración de la democracia a finales de los años setenta, el PSOE (centro-izquierda) y el PP (derecha) ya no eran suficientes para satisfacer las expectativas de los ciudadanos españoles y surgieron asociaciones políticas como Podemos (izquierda radical, dicen sus adversarios) y VOX (extrema derecha, dicen sus adversarios).

Podemos, propensa a devolver cada vez más el poder de la economía al Estado y subir impuestos a los más ricos para una mejor distribución de la riqueza, ya forma parte del gobierno español; por el otro lado, VOX proclive a bajar impuestos e implementar mano dura a la inmigración ilegal, especialmente del norte de África, ya es la tercera fuerza política en el país ibérico.

Uno de los tantos momentos famosos de la polarización y las FakeNews de los últimos años llegó desde el Reino Unido y el Brexit; otro de los casos más extremos de polarización, reproducido al máximo por los medios de comunicación, fue la elección y mandato presidencial en los Estados Unidos de América de Donald Trump. Desde que Trump se convirtió en presidente, la polarización entre ser políticamente correcto y el discurso de odio y racismo parece haberse intensificado.

Pero también ocurre en Alemania, desde la llegada de miles de inmigrantes por la complicada situación en Oriente Medio. A partir de 2015 la población se ha dividido entre los que apoyan la llegada de refugiados y los que se oponen a la inmigración. En Australia con la introducción de las políticas de restricción de COVID-19, la población se divide entre antivacunas o pro vacunas, y entre quienes aceptan las medidas del gobierno sin cuestionarlas y quienes las consideran ofensivas a los derechos humanos. El caso del tenista Novak Djokovic fue el vivo ejemplo de ello.

Volviendo a México, parece que desde 2018 solo existe el negro o el blanco: Aeropuerto de Texcoco o el del AIFA; militarización de la policía o dejarla en manos del narco; Tren Maya o cuidar el medio ambiente; y largo etc. Lo que ha impedido llegar a consensos entre el Gobierno y la oposición.

Lo más grave es que ha ido más allá de las esferas políticas, la polarización se ha ahondado entre los amigos, familiares y colegas de trabajo quienes creen ciegamente en sus creencias sin tomar en cuenta el punto de vista de los que piensan diferente, consumiendo solo información ad-hoc a los que le dictan sus sentimientos.

Por ello, para no caer en polarización el ciudadano debe comprobar los hechos, contrastar información con diferentes fuentes, revisar las noticias y redes sociales de los que no piensan igual, en pocas palabras, tienen que investigar, porque si no investigas inconscientemente quieres ser engañado.

Para los melancólicos no volverán esos tiempos donde no podías cuestionar a los profesores sin embargo debemos convertirnos en optimistas para combatir las Fake News y la polarización.

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