Sergio González Levet / Voy a pedirle a la sagaz lectora y al sutil lector que me sigan en un experimento con el que voy a tratar de demostrar una de las trampas de la fe de la mercadotecnia contemporánea, enfilada a crear consumidores tan ávidos como engañados.
No lleva más de un minuto la actividad que solicito, y consiste en los siguientes puntos:
1. Siéntese cómodamente (y siéntase cómodamente también, por favor).
2. Empiece a hacer el ejercicio, que consiste en cerrar los ojos, abrirlos por tres segundos, volverlos a cerrar y repetir la acción 10 veces.
3. Cada vez que abra los ojos, procure mirar hacia una dirección distinta a la anterior.
4. Una vez concluido el ejercicio, trate de recordar qué es lo que vio, ya sea por partes o en conjunto.
5. Analice si durante el tiempo del ejercicio alcanzó a hilar alguna idea en su mente o a enunciar alguna frase.
Bien, los resultados que he obtenido de personas que me han hecho el favor de hacer esta prueba me dicen varias cosas:
1. Prácticamente no vieron nada que puedan recordar a detalle.
2. Durante el tiempo del ejercicio, no pudieron concretar alguna idea, por más sencilla que fuera.
3. Tampoco tuvieron el tiempo para construir algún enunciado.
Bien, estimadas y estimados, quienes realizaron el ejercicio hicieron lo mismo que hacen durante muchas veces en el día, cuando ven algún anuncio comercial, cuando miran un video musical, cuando observan un programa de tv, cuando ¿disfrutan? alguna película de acción.
Trate de ver en un comercial cómo es el nuevo automóvil que anuncian y se dará cuenta de que no le enseñan nunca el vehículo completo, sino solamente algunos rasgos, en tomas que no tienen más de tres segundos de duración.
Vea otros anuncios de televisión y se dará cuenta de que una imagen nunca dura cuatro segundos en pantalla.
Intente ver cómo baila Chayanne o cómo se mueve Shakira en sus presentaciones videograbadas y se dará cuenta de que nunca lo dejan ver un paso completo, porque las cámaras siempre se están moviendo y el director cambia la toma cada tres segundos.
Vea una pelea en una película de los héroes de Marvel o de los villanos de donde usted quiera y notará que las tomas son en primeros planos y rápidamente cambiantes. De la lucha, si lo analiza con detenimiento, sólo alcanzó a ver un codo, una pierna que se movía en el aire, una caída estrepitosa o un brinco fugaz.
Los genios de la mercadotecnia llegaron a la conclusión de que lo mejor es que nadie pueda ver completamente una escena o un objeto, porque eso produce insatisfacción; una insatisfacción que están seguros que conduce a exacerbar el consumismo.
A mí en lo personal eso me produce enojo, porque imaginen como queda mi anhelo de periodista cuando no me dejan ver a detalle nada.
La verdad que da coraje.
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