La SEP quiere cosechar donde no ha sembrado, pretende usar a los maestros como la coa agrícola que colocará la semilla del conocimiento para que ésta germine combatiendo la ignorancia. Sin embargo, el error que han cometido, haciendo referencia a la estructura que presidirá Leticia Ramírez, es que no han redignificado, mucho menos valorado, la figura del maestro. Más bien, los han engañado, al menos así lo demuestran con el dichoso incremento salarial, que sólo fue una verdadera tomada de pelo. Su plan catequista que, que por cierto, usa una nomenclatura cursi y chabacana con términos como «modelo patriarcal, colonial, eurocéntrico, homofóbico y racista», sencillamente es un proyecto de escritorio que ha nacido muerto.
Sobre todo, porque éste no podrá ser ejecutado por maestros inconformes, tal vez sólo por aquellos incondicionales de las supuestas bondades de la 4T. Lo peor de todo es que la SEP y su nueva timonel se encuentran atorados en el fango de la inexperiencia, prueba de ello es que quieren usar su nuevo proyecto educativo como piedra de toque, que les ayude a solucionar una profunda crisis que, desgraciadamente, raya en una profunda catástrofe educativa.
Sin embargo, lo realmente preocupante, y que por cierto queda muy marcado en el imaginario magisterial, es que la SEP ha dejado de ser la institución que administra y organiza la educación en México y, desafortunadamente, ha pasado a convertirse, en un simple trampolín político. Y si alguien lo duda, pregúntenle a donde piensa aterrizar la maestra Delfina Gómez. Así se las gastan los exquisitos miembros trapecistas de la 4T.
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