El caso de los 43 de Ayotzinapa ha mutado con el tiempo. De un movimiento que exigía justicia por los abusos del Ejército en contra de la población civil, pasó a ser un movimiento que se mediatizó, gracias a ello algunos padres que exigían justicia se pasearon por el mundo. De hecho, desde la misma Secretaría de Gobernación hay una partida que sustenta los gastos de este movimiento. Y es que López Obrador utilizó este movimiento para irse en contra del gobierno de Peña Nieto y con ello sacó raja política. Pero después, una vez que les sacó provechó, le empezaron a estorbar. La exigencia de los padres de los 43 de Ayotzinapa es que les entreguen a sus hijos vivos; «vivos se los llevaron, vivos los queremos».
Hace ya muchos años que el gobierno sabe que esa exigencia no la pueden cumplir. No hay manera de revivir a los jóvenes que fueron asesinados por grupos del crimen organizado, coludidos con el Ejército. Esto último es lo que informó Alejandro Encinas en su primer informe de la Comisión para la Verdad y Acceso a la Justicia del caso Ayotzinapa (Covaj). «No hay indicio alguno de que los estudiantes se encuentran con vida, por el contrario, todos los testimonios, evidencias, acreditan que éstos fueron arteramente ultimados y desaparecidos», declaró Alejandro Encinas, subsecretario de Derechos Humanos, Población y Migración.
Encinas agregó que el gobierno anterior creó «una narrativa que forzó y manipuló el sistema de procuración de justicia a finde evitar una investigación profunda que permitiera conocer la verdad de los hechos, orientado la investigación al tema de secuestro y crimen organizado de autoridades y grupos delictivos locales». Por supuesto, esto no dejará satisfechos a los padres de los 43 de Ayotzinapa. Ellos mantendrán su modus vivendi mientras su exigencia no cambie, «vivos se los llevaron, vivos los queremos».
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