El problema real es que Rocío Nahle, como secretaria de Energía, ha saqueado de manera descomunal al país. Ahí está documentada la manera como le otorgó contratos a sus familiares y amigos, contratos que duplicaron el costo estimado de la refinería de Dos Bocas, que pasó de 8 mil millones de dólares a 16 mil millones de dólares y subiendo. Nada más con decir que la Nahle puso a su marido, el exsuicida, a dar el visto bueno a los contratos de Dos Bocas.
Pero no sólo eso, quienes están atrás de Rocío Nahle son los hijos de López Obrador, quienes a través de Carmelina Esquer, la directora de Pemex Internacional, se ocupan de la contratación de empresas extranjeras, entre ellas su favorita, Baker Hughes. Eso es lo que impulsa el cinismo y descaro de Rocío Nahle, la venia que tiene de López Obrador al mantener a sus hijos en los negocios de Pemex, con comisiones y moches multimillonarios. Por eso, por corrupta y no por ser zacatecana, Rocío Nahle no debería gobernar Veracruz.