“Si me corre el INE, no importa, porque ya lo van a desaparecer los diputados”, expresó hace unas semanas Adán Augusto López Hernández, flamante secretario de gobernación. Poco antes se le vio como matraquero en varios estados del país para apoyar a los candidatos de Morena, que aspiraban a la gubernatura. Ahora se le suma el dislate que cometió al tratar con poca sensibilidad a madres de desaparecidos, a una de ellas de plano le dijo, que no “confiaba en ella”.
Se imagina usted, a un secretario de Estado hablando así a una mujer y expresarse de uno de los brazos institucionales más necesarios y que ha sido riguroso en señalar posibles violaciones a la ley electoral por realizar actos proselitistas fuera de tiempo, eso es inaudito para un funcionario encargado de la política interior del país, y que debería de poner el ejemplo en respetar a las mujeres y a las instituciones que son parte importante de nuestra sociedad.
El asunto está, que como el señor funcionario es apoyado y apapachado por el numero uno de la nación, el flamante secretario de gobernación, se siente hecho a mano y de vez en cuando le brota el tirano que lleva muy adentro de sus ser. Que no olvide que como dice su mecenas, “el pueblo es el que manda”.
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