A pesar de conocer la indecencia de los antecedentes, muchos periodistas festejan la captura de Jorge Winckler. Entiendo a esos periodistas que están a sueldo por parte del gobierno actual, de alguna manera se tienen que ganar el sustento; no importa que sea de la manera más vil. Pero aquellos que incluso han sufrido por causa de la brutalidad y los excesos del poder, a ellos no los entiendo. En alguna ocasión el linchamiento fue en contra del compañero periodista Carlos Jesús Rodríguez; festejaban los mismos periodistas la aprehensión y los castigos al director de Gobernantes.com; les ardía en el alma que el periodista agredido hubiera alcanzado el éxito que tenía.
Entonces les pusimos un alto. ¿Quién lo recuerda? ¿Por qué tanta maledicencia? ¿Por qué festejar la prepotencia sanguinaria de un régimen que se oculta tras un velo de decencia? Señala el escritor Sergio Pitol que la maledicencia es «esa especie de ejercicio permanente de defensa con que los mediocres, los frustrados y los cerdos tratan de encubrir la mentira que es su vida, su pobreza íntima». Lamentablemente en el falso periodismo esa práctica abunda; vale señalar que el ejercicio de la maledicencia es el primer atributo en el currículum de los reclutados por este gobierno vil.