Irrita que una institución académica que buscó y alcanzó mucho prestigio se esté convirtiendo en un tianguis académico como lo fue la Universidad de San Luis, donde por 20 mil pesos te daban tu licenciatura y una foto con toga y birrete. De ahí salió Arturo Bermúdez, Alejandro Montano y el Pipo Vázquez Cuevas. Molesto por la crítica que hiciera sobre las maestrías “patito” que reparte Mario Mijares a los funcionarios de la 4T, el señor se dio valor y escribió: «Es así como parafraseando a Mario trato de utilizar toda esta basura mediática que los pseudoperiodistas contemporáneos propagan de manera anónima -contaminando a la comunidad xalapeña con escritos enfermizos- para demostrar cómo envenenan a las nuevas generaciones».
¿De manera anónima? Pero sí mi nombre siempre apareció al calce de las notas: “Armando Ortiz”. Luego el señor de manera ridícula se rasga las vestiduras y como el justo Job se sienta en un montón de cenizas a rascarse los furúnculos que le causaron las verdades anotadas por un servidor: «A este tipo subyugados del odio, la envidia y el egoísmo solo les interesa la descalificación. Dado que Xalapa es tan pequeña, me reservo decir sus nombres, puesto que todos sabemos quiénes son». A ver, a ver, no que anónimos, ¿cómo es que sabe sus nombres? ¿Cómo es que anota: «todos sabemos quiénes son»? Entonces ni tan anónimos.