Un servidor, director del portal Libertad bajo Palabra, siempre ha firmado todos sus artículos; nunca he publicado artículos de manera anónima. Antes bien, he sido atacado de manera anónima por diversos actores políticos que poco, o ningún daño, han causado a mi reputación. El anonimato me parece un acto cobarde, vil, digno de escorias cretinas que, incapaces de mirarte de frente, quieren derribarte para que los veas a su altura, el suelo. Hace unos días publiqué en LBP dos notas editoriales sobre lo que está ocurriendo en el Colegio de Veracruz, donde su rector, el insulso Mario Raúl Mijares, ese que me andaba persiguiendo por el estacionamiento de RTV con su librito para conseguirle una entrevista con Jorge Saldaña, está repartiendo maestrías como si de empanadas de picadillo se tratara.
Irrita que una institución académica que buscó y alcanzó mucho prestigio se esté convirtiendo en un tianguis académico como lo fue la Universidad de San Luis, donde por 20 mil pesos te daban tu licenciatura y una foto con toga y birrete. De ahí salió Arturo Bermúdez, Alejandro Montano y el Pipo Vázquez Cuevas. Molesto por la crítica que hiciera sobre las maestrías “patito” que reparte Mario Mijares a los funcionarios de la 4T, el señor se dio valor y escribió: «Es así como parafraseando a Mario trato de utilizar toda esta basura mediática que los pseudoperiodistas contemporáneos propagan de manera anónima -contaminando a la comunidad xalapeña con escritos enfermizos- para demostrar cómo envenenan a las nuevas generaciones».
¿De manera anónima? Pero sí mi nombre siempre apareció al calce de las notas: “Armando Ortiz”. Luego el señor de manera ridícula se rasga las vestiduras y como el justo Job se sienta en un montón de cenizas a rascarse los furúnculos que le causaron las verdades anotadas por un servidor: «A este tipo subyugados del odio, la envidia y el egoísmo solo les interesa la descalificación. Dado que Xalapa es tan pequeña, me reservo decir sus nombres, puesto que todos sabemos quiénes son». A ver, a ver, no que anónimos, ¿cómo es que sabe sus nombres? ¿Cómo es que anota: «todos sabemos quiénes son»? Entonces ni tan anónimos.
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