Armar a mexicanos provocaría matazones sin fin

Armar a los mexicanos FOTO: WEB
*Propuesta de Alito solo un distractor descabellado
*Somos un pueblo violento desde nuestros orígenes

Carlos Jesús Rodríguez Rodríguez / NO ES secreto que en México, por la disputa de un cajón de estacionamiento dos sujetos se han dado de balazos con saldos lamentables, o que un marido por sospecha hacia su esposa, guiado en ocasiones por voces difamatorias la mata en un arranque de celos, o que, por quítame estas pulgas alguien desenfunda y asesina a quien le viene en gana. Es, dicen algunos estudios del comportamiento humano, el temperamento del ser mexicano. Según un estudio de la Secretaría de Gobernación titulado: “Origen de la violencia”, existe un largo debate sobre la naturaleza o el origen de la violencia en el ser humano. Para algunos autores, la violencia es un asunto hereditario, biológico, que tiene que ver con una personalidad antisocial y con tendencias agresivas; para otros se relaciona con el medio ambiente y con aspectos culturales, el ser humano nace bueno y el entorno, sus relaciones, la educación o la familia lo inducen hacia la violencia. Como fuera, México es un País violento desde sus orígenes, con tendencia a la guerra desde antes de ser la antigua Tenochtitlán, precursora de las famosas “guerras floridas” que no tenían otro objetivo que la captura de prisioneros para sacrificarlos en honor de sus dioses; con bandas que surgieron en muchas partes del País y que Ignacio Manuel Altamirano las describe como “Los Plateados” en su afamada novela El Zarco; los movimientos independentistas, revolucionarios, la post revolución con el asesinado de infinidad de generales, militares y civiles rebeldes, hasta desembocar en los grupos paramilitares y autodefensas surgidos a raíz de tanta violencia y tolerancia a ésta por parte de los distintos Gobiernos, grupos que en algunos casos terminaron por ser partes de la violencia que combatían.

POR ELLO, cuando el dirigente nacional del PRI, Alejandro Moreno Cárdenas propone -ante la ola de violencia y criminalidad que impera en el País y la pasividad del Estado para enfrentarla-, una iniciativa para modificar la Ley de Armas de Fuego a fin de que la población pueda acceder a poseer o portar armas de fuego de mayor calibre que el que se permite en la actualidad para defenderse de los criminales, la proposición no hace sino evidenciarlo como un desconocedor de las leyes pero, sobre todo del ser mexicano -no todos pero si en su inmensa mayoría- quienes somos, como se dice en el argot popular “de mecha corta”, explosivos, respondones y “muy machos”, inducidos incluso en canciones como aquella del inmortal José Alfredo Jiménez: “Camino de Guanajuato” que, entre otras cosas, señala: “No vale nada la vida, La vida no vale nada, Comienza siempre llorando, Y así llorando se acaba, Por eso es que en este mundo, La vida no vale nada”, o la expresión vertida en corridos haciendo apología de la violencia, y que los jóvenes y adultos suelen escuchar a todos volumen en sus automóviles creyéndose los nuevos capos.

ARMAR A los mexicanos lejos de apaciguar la violencia solo engendraría una matazón, pues si ya está visto que en los partidos de futbol las porras se disputan triunfos y derrotas a golpes, batazos y patadas, no queremos imaginar que sucedería con un arma en la cintura, como en los viejos tiempos de la pos revolución, cuando se hicieron famosos tantos personajes como “don Rodolfo”, apodado “El Remington”, especialista en asesinatos políticos (que en México se siguen dando por docenas por disputas del poder). El Remington fue un famoso pistolero, mujeriego sin escrúpulos de los años 1930, y matón a sueldo del gobierno de aquel entonces, que muere trágicamente en un duelo contra un militar que lo perseguía desde tiempo atrás por sus asesinatos políticos, donde los dos contendientes se matan entre sí cuando coinciden en una cantina. El verdadero nombre de “El Remington” era Rodolfo Álvarez del Castillo y Rojas, y fue cuñado de la actriz María Félix, “la Doña”. A Álvarez del Castillo le atribuyen infinidad de asesinatos políticos en tiempos del Maximato, en el periodo de gobierno y política en la historia de México que comprende de 1928 a 1934, en el que fueron presidentes Emilio Portes Gil, Pascual Ortiz Rubio y Abelardo Rodríguez, y que culmina en el primer año del gobierno de Lázaro Cárdenas de Río, cuando es expulsado del País Plutarco Elías Calles en 1936.

EN ESE contexto, tienen razón las dirigencias del PAN y PRD en dar la espalda a ‘Alito’ en su pretensión de armar a familias o presentar una iniciativa de reforma a la Ley de Armas para que la población pueda defenderse de la delincuencia, rechazo que se ha hecho extensivo en los propios priistas que consideran que el líder nacional del “tricolor” está tendiendo una cortina de humo para desviar la atención de las denuncias que enfrenta por cohecho y fraude cuando se desempeñó como Gobernador de Campeche. En ese contexto, Roberto Madrazo –padrino político de Alito– ahora insiste en que el campechano estorba a su partido, no obstante, el coordinador de los diputados del Revolucionario Institucional en la Cámara de Diputados, Rubén Moreira, respalda el planteamiento y subraya que forma parte de una propuesta “seria e integral”. Y es que la postura inicial de Moreno es discutir ampliamente el tema de la seguridad, por lo que llamarán a un gran debate sobre el asunto, pues en la población hay preocupación al respecto.

LOS INVESTIGADORES y estudiosos del comportamiento humano plantean que una cosa es el uso de la fuerza en pos de la supervivencia y la evolución, y otra muy distinta la aplicación de la crueldad a sangre fría, de la furia, del odio y de la maldad por puro placer o de la violencia por la violencia misma, sin ningún tipo de justificación o pretexto. Si la violencia hacia los desconocidos difícilmente se puede entender, menos aún se comprende la violencia entre los miembros de una misma familia. Para esos autores la violencia humana tiene su origen en aspectos culturales, o más concretamente: “tiene sus raíces en los conocimientos, tradiciones, usos y costumbres de los pueblos, quizá desde hace miles de años”. Si efectivamente la violencia tiene su componente hereditario o genético y que se manifiesta como instinto de sobre vivencia, también habremos de reconocer su componente cultural. Las conductas violentas o sus distintas manifestaciones se aprenden, y muchas de ellas, en el seno de la familia. Y si al encuentro con la violencia desde temprana edad le agregamos la influencia de los medios masivos de comunicación y del cine y los videos que promueven constantemente modelos de personas violentas, entenderemos las razones por las cuales la violencia ha llegado a ser parte de la vida cotidiana de muchas personas, y la razón del porqué, en México de ninguna manera debe autorizarse que los ciudadanos posean y porten armas letales. En pocas palabras, que Alejandro Moreno Cárdenas busque otras alternativas para desviar la atención hacia sus problemas judiciales, que no sean propuestas tan descabelladas. OPINA [email protected]

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