«No importa cuál sea la motivación. Si su papá, el presidente de México, ha sido un mal gobernante, no es culpa de su hijo. Que López Obrador haya despreciado las quejas de los niños con cáncer no otorga licencia para vulnerar los derechos de otro niño. Si hay quien considera que la esposa del primer mandatario ha sido poco empática con la desgracia que sufren las familias que perdieron a sus hijos frente al covid, o frente a los niños que perdieron a sus familias por lo mismo, el reclamo no debe traducirse en hacerle bullying a su hijo.
»Si el papá cerró las estancias infantiles y las escuelas de tiempo completo, si el régimen ha fracasado en proteger a las niñas víctimas de violaciones y feminicidios, si la torpe estrategia de seguridad del gobierno ha generado episodios de tragedia infantil como la masacre de los niños Lebarón, si la 4T ha ensalzado a abusadores de menores como Naasón Joaquín, eso no justifica el ataque contra un menor. Si el obradorismo fue salvaje en sus agresiones a las hijas del expresidente Peña Nieto, tampoco eso valida la venganza». Le dio hasta con la cubeta, pero dejó en una esquina, a salvo, al hijo.