Andrés Manuel López Obrador debe ser muy cauteloso, no debe subestimar la fuerza del canciller Marcelo Ebrard y del aguerrido senador Ricardo Monreal. Su discurso de unidad y de lealtad a Morena ya no le funcionará con ellos. Ya en elecciones anteriores los ha dejado con el bate al hombro.
De modo que por más esfuerzo que hagan los morenistas en demostrar “unidad” en sus encuentros, tanto en el Estado de México como ayer en Coahuila, la realidad es que esa unidad es nada más de palabra. Si no lo creen, hubieran visto la cara de limón agrio que puso Adán Augusto López Hernández cuando Ricardo Monreal pidió piso parejo para el 2024. Ni hablar, tiene más fuerza un Tehuacán sin gas, que la unidad partidista en Morena.