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“Mexicanización” agarra fuerza con la estrategia de «abrazos no balazos»

Cuando Colombia vivía los momentos más violentos por la proliferación de cárteles de la droga y éste se repetía en otros países, se dijo en los medios que ese procesó se llamaba “colombianización”. El Papa Francisco se ha referido a este fenómeno en México como “mexicanización”. Mientras gran parte de los mexicanos aún no salen de su asombro con el despiadado asesinato de dos sacerdotes jesuitas, pareciera que el presidente López Obrador ni suda ni se acongoja. Da la impresión que todo lo tiene fríamente calculado, sin embargo, ante la sociedad se está mandando, desde luego sin intención de hacerlo, un mensaje de que su gobierno está perdiendo terreno frente a la delincuencia organizada.

Al menos años atrás, los delincuentes respetaban los templos y a los encargados religiosos, sin embargo, hoy no tienen límites, lo mismo pueden matar a un aciano que a un menor de edad. En el colmo del cinismo, los maleantes asisten a fiestas armados, como también se placean por las calles de las comunidades donde han asentado sus reales. Michoacán, Sinaloa, Durango, Guerrero, Zacatecas, Veracruz y ahora Chihuahua, son terreno comanche.

En estos estados diariamente aparecen cuerpos desmembrados; es una realidad que no es muy clara para el gobierno de la 4T. Ese es el gran problema de este gobierno, no hay resultados sólidos que hagan descender las estadísticas fatales de secuestros y muertes en nuestro país. Da la impresión de que el narco le está viniendo como anillo al dedo la estrategia de «abrazos no balazos».

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