Armando Ortiz / Veracruz es un estado enorme, que lo que requiere es obra relevante. Quizá plantas industriales, carreteras para abrir el comercio a las diversas comunidades del estado, autopistas para hacer más placenteros y rápidos los viajes, infraestructura turística; tal vez la creación de algún nuevo puerto industrial, un aeropuerto internacional en el centro del estado; obra monumental que dirija a los veracruzanos hacia el progreso en pleno siglo XXI. Pero no, en Veracruz lo que el gobernador presume son reencarpetados de calles en colonias populares, caminos vecinales que a las primeras lluvias se resquebrajan como si de galletas se tratara, o calles pavimentadas en comunidades como Chiltoyac. Dice el gobernador de Veracruz en sus redes sociales: “Hemos impuesto récord haciendo obra, ya ni caso tiene compararnos con los gobiernos anteriores, ya los dejamos muy atrás, llevamos un buen trecho en esta transformación”. ¿Dónde está esa obra? Dice que en lugares donde sus adversarios no se dan cuenta. ¿Pero ha asistido usted a la inauguración de alguna obra monumental por parte del gobierno estatal? No se quiebre la cabeza, no ha habido una sola obra importante en lo que va de estos más de tres años de gobierno morenista. Carajo, que desvergüenza. Cuando un gobernador presume como obra magna una calle pavimentada, digna de ser presumida por un alcalde o regidor, entendemos cuál es el nivel de Cuitláhuac García, el nivel en que lo ponen las encuestas serias, en los últimos lugares.
“Casa tomada”, el crimen organizado, poco a poco está tomando el control del país. Se apropian de los mercados, de los caminos, del huachicol
En el cuento “Casa tomada” de Julio Cortázar un ente, que no se especifica su especie, se va apropiando de la casa de unos hermanos que viven una relación aparentemente incestuosa. Empiezan por las habitaciones del fondo, después toman la cocina, hasta que, refugiados en el living, los hermanos escuchan cómo el ente está a punto de tomar la casa entera. Así estamos en México, donde poco a poco, como una plaga que no se combate, el crimen organizado está tomando nuestra casa que es México. ¡Dígame que no! En Chilpancingo, Guerrero los miembros del crimen organizado han dejado sin pollo a la ciudad. Han matado a los distribuidores, incluso a los dueños de las granjas. No hay pollo en los mercados porque el cártel de Los Ardillos o de Los Tlacos, tienen tomada la ciudad. El gobierno federal lo sabe, y lo único que ha mandado son abrazos, no balazos. En San Cristóbal de las Casas un grupo de más de 50 hombres armados con fusiles de asalto y chaleco antibalas, buscaban tomar el control del Mercado Norte; los pobladores tuvieron que refugiarse en el Walmart. En Sinaloa, la tierra del Chapo, ya sabemos que el crimen organizado es el que pone retenes. En el bajío el huachicoleo, tan combatido al principio del gobierno de López Obrador, sigue en apogeo, dando ganancias a los miembros del crimen ya los gobiernos de Morena. Ahí la llevan, como en el cuento de Cortázar, el crimen organizado se va apropiando poco a poco de la “casa”.
No se va Alejandro Moreno de la dirigencia nacional del PRI; a pesar de sus errores, su salida hubiera sido una mala señal
La salida de Alejandro Moreno de la presidencia del PRI hubiera sido una mala señal por parte de la dirigencia de este partido; los carroñeros de Morena se hubieran ido de inmediato por los despojos de este partido que, a estas alturas, ya sólo presume pellejos. Alejandro Moreno, con todo y sus equivocaciones (“a los periodistas hay que matarlos de hambre”), ha resistido los misiles que desde la presidencia de la República le han mandado. Porque si usted cree que la esperpéntica gobernadora de Campeche, Layda Sansores, es la artífice de los audios que ha revelado, es usted bastante ingenuo. A “Alito” le están cobrando el no haberse puesto del lado de la reforma eléctrica de López Obrador. Tal vez por ello los expresidentes de este partido, así como los líderes legislativos, prefirieron que, a pesar de sus errores, Alejandro Moreno se quede en la presidencia del PRI. El mismo “Alito” lo celebró de esta manera: “Estamos firmes y que nos va a ir muy bien, y la fortaleza del partido siempre será su unidad interna. Los adversarios del PRI están afuera”. Algo tiene que hacer el PRI para que sus gobernadores en activo no sean cautivos de las extorsiones del gobierno de López Obrador, como ocurrió con Alejandro Murat y Omar Fayad, que le entregaron sus estados a Morena.
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