Después de que la coalición Va por México –PAN-PRI-PRD–pusiera en jaque a la 4T, anunciando una moratoria constitucional, que no es otra cosa que un barrera casi infranqueable, será casi imposible que reforma constitucional en materia electoral propuesta por AMLO pase. Sin embargo, la línea dictada por el ejecutivo federal será debilitar al INE, recortándoles su presupuesto. No es un secreto que el tabasqueño hará hasta lo imposible para que Claudia Sheinbaum sea su sucesora, primero, mediante encuestas tamaleadas quitara de en medio a los que le estorban, incluido al canciller Marcelo Ebrard.
Sin embargo, ese proceso interno ya irá permeado con una capa de ilegitimidad. Por esa razón, el ejecutivo federal no quiere al INE, no quiere un árbitro que le eche en cara su trastupijes y cochupos para cobijar a la jefa de la Ciudad de México. No obstante, si el presidente cree que ese es el camino, se equivoca, al mismo presidente, le debería interesar contar con un árbitro fuerte, un INE que pueda legitimar el triunfo de cualquier candidato, incluido el de su pupila Claudia Sheinbaum, quien deberá demostrar que respeta la vida democrática del país.
En otras palabras, deberían de tenerle tantito respeto a la autoridad electoral, en lugar de buscar desaparecerlo.
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