Otra víctima habló del daño que este depredador le ocasionó: «Era una niña. Me violaste y abusaste de mí por tanto tiempo; me despojaste de mi dignidad». Una víctima más lo acusó con firmeza, esperando que el líder de la Luz del Mundo la mirara: «Tendré que vivir con las cicatrices de los abusos de Naasón por siempre (…) Odio mi cuerpo, ni siquiera puedo verlo, cada parte que tus sucias manos tocaron».
Durante el juicio salió a relucir que Naasón tenía de entre sus feligreses a un grupo de doncellas que le servían personalmente, todas ellas menores de edad. La madre de una de ellas lloró de agradecimiento al saber que su hija sería una de esas doncellas. Al final la hija, después de ser abusada le dijo: «Eres una desgracia para la humanidad, acechas a tus víctimas entre los que más te aman y te veneran, entre ellos mi propia familia, eres un monstruo».