Periodistas “festejados” por sus propios detractores

Violencia contra periodistas FOTO: WEB
*Decía don Porfirio: perro con hueso ni ladra ni muerde
*La noble gallina desplumada por el dictador Stalin

Carlos Jesús Rodríguez Rodríguez / DECIA EL escritor y maestro de Aracataca, Colombia, Gabriel García Márquez que: “ser periodista es tener el privilegio de cambiar algo todos los días”, aun cuando el periodista, escritor, ensayista y poeta polaco, famoso por sus narraciones sobre el continente africano, Rryszard Kapuscinski asume que, “cuando se descubrió que la información era un negocio, la verdad dejó de ser importante”. Me quedo con ambos pensamientos, porque los dos asumen una verdad indiscutible. Hoy -7 de Junio- se celebra el Día de la Libertad de Expresión, fecha instaurada en 1951 por los editores de periódicos y el entonces presidente de la República Miguel Alemán Valdés para destacar la trascendencia para la democracia mexicana de una prensa libre e independiente, aunque con el festejo organizado desde la Presidencia se marcó un nuevo rumbo: la supeditación de algunos medios al poder, aun cuando la libertad de expresión es un derecho humano básico, constitucional, fundamental e inherente y necesario a la naturaleza humana, consagrado en los artículos 6 y 7 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, y en el ámbito internacional lo podemos encontrar contemplado dentro del artículo 19 de la Declaración de los Derechos Humanos de 1948. Desde entonces, y aun en la época de la viralidad y la dictadura de la inmediatez, el periodista cae en la tentación de creerse el protagonista, convirtiendo al periodismo en una de las profesiones que más cultivan la vanidad, y en ese contexto, el informador da cancha a su ego y olvida que ha de limitarse a ser un instrumento para ofrecer información a los ciudadanos.

Y FUE desde Miguel Alemán Valdez que los periodistas se convirtieron en noticia, surgiendo los nos plus ultra, las famosas “vacas sagradas” o “intocables”, y con ello los nuevos ricos que crecieron a la sombra de los poderosos. Eran –y siguen siendo- infinidad los que buscan cubrir la fuente de la presidencia donde los cochupos son generosos, o las fuentes del Gobernador en los Estados, del Congreso y hasta del Poder Judicial. Y si antes éramos muchos, con el surgimiento de las redes sociales parió la abuela, a tal grado que ahora, con solo traer un teléfono inteligente en la mano y estar en el lugar adecuado, te vuelves periodista de la noche a la mañana sin mayor esfuerzo, en el peor de los casos, captas a un político en paño menores o una política en situación comprometedora, aunque eso no es periodismo ni se le semeja. Usar esos mecanismos se llama chantaje, intimidación o estafa, y acciones de tal naturaleza deben ser castigados. Periodismo es informar con veracidad de los hechos cotidianos, y opinar con argumentos de temas que atañen a la sociedad pero, sobre todo, saber redactar, llevar a las letras le explicación cotidiana de cada hecho.

HABLAR DE los riesgos que conlleva la profesión o actividad resultaría trillado, porque el periodismo es un trabajo de alto riesgo cuando se ejerce con veracidad y sentido de la responsabilidad, pero deja de serlo si el comunicador entra en componendas con el Estado o la delincuencia, ya que corre el riesgo de ser agredido por grupos contrarios en ambos bandos. Joaquín Francisco Zarco Mateos, político, periodista e historiador mexicano, miembro del Congreso Constituyente de 1856 y escritor liberal de la Reforma, solía decir: “no escribas como periodista, lo que no puedas sostener como hombre”, dejando entrever que los periodistas tenemos derechos pero, también, obligaciones como cualquier ciudadano. En suma, no somos infalibles ni mucho menos intocables, y si cometes hechos que atenten contra las leyes debemos enfrentar las consecuencias.

PERO DECIAMOS que este día fue de festejos, algunos organizados desde el poder, y curiosamente los periodistas que se quejan de que son menospreciados y a veces agredidos por guardias de seguridad, guaruras o los propios políticos, asistieron solícitos al llamado de sus detractores, lo que demuestra que nada ha cambiado, y por tanto nos trae a la memoria aquella frase lapidaria de ese gran Presidente de México que fue Don Porfirio Díaz Mori: “Perro con hueso en la boca, ni muerde ni ladra”. Otros recibieron reconocimientos que fueron mil veces compartidos en las redes, en un acto de vanidad y auto alabanza pocas veces visto, como si el periodista deseara que la sociedad sepa que son los héroes de mil batallas y el gobierno se convenciera de ello para volver a los tiempos de antes. Y es que no hay nada más terrible para un comunicador que convertirse en la noticia, y mostrar como los viejos generales las decenas de medallas colgando se la solapa, como si eso los hiciera más importantes que la tropa que es quien anda en el frente de batalla.

CONFESAMOS: NO somos proclives asistir a eventos de esa naturaleza, no creemos en la vanidad de los comunicadores ni creemos en premios ficticios porque sabemos cómo surgen o se otorgan (y acaso por ello nunca acudimos a recibirlos aunque, finalmente, nos los hacen llegar sin que tengamos que exhibirlos), aunque esta vez romperemos con ese principio, y a invitación del maestro Alfredo Bielma Villanueva y del periodista José Valencia Sánchez, fundadores de la Asociación de Comunicadores de Veracruz “Froylán Flores Cancela” que dirige el veterano comunicador, Melitón Morales Domínguez, asentimos acudir a un desayuno que ofrecen, y el miércoles he prometido al, también, comunicador Rubén Morales estar presente en un desayuno del Colectivo Xalaperiodismo al que fuimos convocados. Gracias, y me quedo en la reflexión de un escrito que la tarde del lunes compartió el reportero Raúl Domínguez Pinto titulado: José Stalin y el experimento de la gallina:

CUENTA QUE, en una de sus reuniones, Stalin (dictador soviético –ruso- y un gran “asesino”) solicitó que le trajeran una gallina.. La agarró fuerte con una mano y con la otra empezó a desplumarla. La gallina desesperada por el dolor, intentó fugarse, pero no pudo. Así logró quitarle todas las plumas, y les dijo a sus ayudantes: “Ahora observen lo que va a suceder”. Puso a la gallina en el piso y se alejó de ella un poco y agarró en su mano un puñado de trigo mientras sus colaboradores observaban asombrados cómo la gallina, asustada, adolorida y sangrando, corría detrás de Stalin mientras este le iba tirando puños de trigo y daba vueltas en la sala. La gallina lo perseguía por todos lados. Entonces, Stalin mira a sus ayudantes, quienes están totalmente sorprendidos y les dice: “Así de fácil se gobierna a los estúpidos. ¿Vieron cómo me persiguió la gallina a pesar del dolor que le causé? así son la mayoría de los pueblos, persiguen a sus gobernantes y políticos a pesar del dolor que les causan por el simple hecho de recibir un regalo barato, una promesa estúpida o algo de comida para uno o dos días”. Sin palabras y sin comparaciones, y sea o no se Stalin, vaya que el relato se asemeja a la realidad. OPINA [email protected]

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