Señala el texto bíblico: «El que no está de parte mía, contra mí está; y el que no recoge conmigo, desparrama», esta cita de los Evangelios bien podría usarse para entender la Libertad de Expresión en los tiempos de la Cuarta Transformación. En el contexto de la 4T la Libertad de Expresión sólo es válida si se está con el proyecto del presidente, en caso contrario, los periodistas que se atrevan a señalar los yerros y la corrupción de este gobierno, son enemigos de la transformación de México. Así lo ha dicho el presidente López Obrador. En una de sus mañaneras, recriminado la postura periodística de Carmen Aristegui, el presidente declaró: «Ya no estamos en los tiempos de la simulación y hay muchos que están en nuestro movimiento, que apoyan la transformación y que piensan que son personas que han ayudado al movimiento o apoyan al movimiento».
En otra ocasión, reprochando esa vez un reportaje de la revista Proceso expuso: «Nada más aclarar que no es cierto lo que plantean en su reportaje y también aclarar que Proceso y Carmen Aristegui nunca han estado a favor de nuestro movimiento, ellos dicen que porque son independientes y yo sostengo que sí son independientes pero independientes del pueblo».
Lo que el presidente López Obrador quiere es una prensa sometida, que le acepte sus invitaciones a comer paella los sábados en Los Pinos. Una prensa que cultive el pensamiento del monero Helguera: «Si me dicen a mí monero oficialista, ¿sabes qué? A mucha honra y encantado de la etiqueta. Me la pongo aquí, pero oficialista de este Gobierno, no del PRI o del PAN. No me jodas». «A mucha honra y encantado de la etiqueta», dignas palabras para poner en su epitafio.
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