Sergio González Levet / Fue escrito así en las tablas de Moisés, que Jehová concedió a los hombres para que vivieran en concordancia y mantuvieran la paz con el cielo y en la tierra:
“VIII. No darás falso testimonio ni mentirás”.
Así el “octavo mandamiento prohíbe falsear la verdad en las relaciones con el prójimo. Ataca el falso testimonio (No darás falso testimonio contra tu prójimo –Éxodo 20,16) y el perjurio; la calumnia y el juicio temerario”.
Bueno, eso para quienes creen en el Talmud, en la Biblia, en el Corán, porque en los tres libros sagrados aparecen los Diez Mandamientos que Moisés bajó del Monte Sinaí.
Y para los no creyentes, la normativa moral que entrañan los mandamientos pueden servir como referente para la convivencia pacífica entre los seres humanos. De ahí que seguir una vida apegada a principios éticos nos hace mejores mujeres y mejores hombres.
Y me quedo en el octavo porque es necesario llamar la atención a los responsables de conducir las instituciones públicas del Estado de Veracruz para que tomen en cuenta que no es posible gobernar por medio de marrullerías legaloides, ni es posible querer solucionar los problemas a base de mentiras.
Dijo públicamente el gobernador Cuitláhuac que Viridiana Moreno Vásquez no estaba desaparecida, sino que estaba resguardada (éste es el link de Teleclic Noticias de Al Calor Político en el que se puede escuchar al mandatario -con todo y su acento tabasqueño hechizo- hacer claramente esa afirmación: https://www.youtube.com/watch?v=a9_zTyKdhfg).
Fue una pifia enorme del mandatario, hecha seguramente a partir de alguna información falseada que le pasó la Fiscala carnala en su afán de sacarlo de un embrollo por las preguntas que le hacían los reporteros. ¡Y en menudo problema hasta legal lo metió!
Pero peor aún, de la oficina de (in)Comunicación (anti)Social partió la idea de que lo mejor era negar que el mandatario había dicho lo que dijo y acusar, una vez más, a los reporteros y a sus medios de que habían inventado la declaración. Eso se llama querer tapar el sol con un dedo.
No, un gobernante electo por la mayoría ciudadana no puede cometer una bajeza de ese tamaño. Por definición, un gobernador honesto -como blasona López Obrador que es su discípulo de Veracruz, al que llegó a comparar con don Adolfo Ruiz Cortines- nunca miente.
Y sus asesores de prensa han hecho decir a Cuitláhuac una mentira del tamaño del mundo, lo han obligado a traicionar al pueblo, a robar su confianza.
Pasa lo mismo en otros muchos asuntos, lo que está hundiendo cada vez más la difusa credibilidad del mandatario emanado de Morena.
Así no van a ganar nada en las próximas elecciones.
Recuerden el Evangelio: “La verdad os hará libres”.
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