A nadie le importa que el exrey de España, don Juan Carlos I haya sido infiel a la reina Sofía, madre del actual rey Felipe VI. A nadie le importa que el señor, a pesar de recibir una gran renta como monarca español, se haya metido en negocios fraudulentos con tal de acumular una riqueza que ya no podía disfrutar. A nadie le interesa que el señor haya matado elefantes y rinocerontes, algunos de especies en peligro de extinción.
Al menos a muchos españoles ya no les importa porque después de dos años de permanecer oculto, como una penitencia a su codicia, en el club náutico de Pontevedra lo recibieron con aplausos y vítores. «Bienvenido a España majestad», le gritaban a este sujeto que demostró que los reyes no tienen sangre azul, que su sangre es tan codiciosa y corriente como la de cualquier mortal.
Casi 40 años reinó Juan Carlos I después de que el mismo Franco le permitiera coronarse y mantenerlo bajo su tutela. Pero al parecer Juan Carlos I no aprendió gran cosa. Los hijos y los nietos también lo han recibido en Galicia, pero se entiende, es la familia y por muy cretino que sea, se le debe respetar.
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